¿Por qué América Latina es la región con más muertes por Covid-19 del mundo?
Latinoamérica tuvo tiempo para prepararse y enfrentar bien
la pandemia. Pero sus condiciones estructurales en economía, vivienda y
salubridad terminaron haciendo que el continente se transformara en un lugar
propicio para la propagación del COVID-19. Así lo sugiere la investigación
Respuestas al COVID-19 en cinco países de Latinoamérica, que revisó los
primeros meses de combate a la pandemia en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y
Perú: los países con más muertes del continente según las estadísticas de la Universidad
John Hopkins.
Los autores -un equipo multidisciplinario– analizaron las
condiciones pre-COVID y las respuestas de los gobiernos a la pandemia. Entre
los factores pre-pandémicos que identificaron están la alta informalidad
laboral, hacinamiento y densidad poblacional, baja infraestructura hospitalaria
e incapacidad de los sistemas sanitarios para desplegar mecanismos de testeo y
trazabilidad tempranamente.
Todas esas limitantes hacen que “Latinoamérica sea una
región más riesgosa” pues merman tanto la capacidad de reacción de los países
como la posibilidad de que la población cumpla medidas como la cuarentena,
según explica Alejandra Benítez, una de las autoras del estudio.
La investigación también plantea que, aunque algunos países
reaccionaron rápido, no lograron revertir estas condiciones de base, porque la
ayuda económica a los hogares fue insuficiente o llegó tarde para los grupos
que más lo necesitaban.
“Chile, por ejemplo, fue rápido en cerrar aeropuertos y
fronteras. También, comparativamente, fue efectivo en el aumento de camas
hospitalarias y ventiladores. Pero lo que no se hizo rápido fue la
trazabilidad, es decir lo relativo a encontrar a las personas enfermas,
aislarlas, hacerles seguimiento. En lo económico hubo respuestas rápidas, pero
solo para el sector formal de los trabajadores”, explica Carolina Velasco,
también autora de la publicación.
Los factores estructurales que impidieron reaccionar bien al
COVID-19 podrían implicar otro problema mayor: que la enfermedad se vuelva
endémica. El fenómeno ya ha empezado a detectarse en Reino Unido.
Un estudio realizado por Public Health England, una agencia
dependiente del Departamento de Salud y Cuidado Social de ese país, mostró que
las restricciones aplicadas durante la Pandemia han sido poco efectivas en
reducir el número de infectados en algunas áreas del norte de Inglaterra, donde
el COVID-19 está “firmemente instalado”.
Alta vulnerabilidad,
pobreza y hacinamiento
Estos lugares son zonas habitadas por minorías étnicas que
se caracterizan por alta vulnerabilidad, pobreza y hacinamiento. Aunque esto no
fue un tema del estudio, las investigadoras coinciden en que los determinantes
que agravaron el impacto del COVID-19 en América Latina –en particular las
condiciones de pobreza e informalidad laboral y la debilidad de los sistemas
sanitarios– podrían hacer que “se convierta en un virus endémico”.
En el estudio, de hecho, se identificaron zonas y comunas donde,
pese a las medidas implementadas, los casos y muertes por COVID-19 no
disminuyeron a la velocidad esperada. Por ejemplo, las comunas de más bajos
ingresos en la Región Metropolitana de Chile; la zona del Amazonas colombiano y
las principales ciudades del Sur-Este de Brasil.
La investigación examinó las políticas aplicadas por los
cinco países entre febrero y agosto de 2020. Para analizar el nivel de reacción
de los gobiernos en comparación con la evolución de la enfermedad, se usó un
índice creado por la Universidad de Oxford.
Los gobiernos
reaccionan pero el contagio no cesa
Una primera área de estudio es la de mitigación y
contención, que se refiere a medidas como cierre de escuelas, cuarentenas,
cierre de fronteras o restricción a eventos masivos. En este tema, dicen los
investigadores, casi todos los países (excepto Brasil) reaccionaron
tempranamente: muy cerca de cuando se confirmó el primer caso de COVID-19. Sin
embargo, los datos muestran que “no hay una relación evidente entre la
capacidad de reacción y los resultados sanitarios”. Ello pues, pese a las
medidas adoptadas, los nuevos infectados y la tasa de positividad de COVID-19,
“continuaron aumentando”.
En el área económica, todos los países, salvo Ecuador,
redujeron sus tasas de interés, crearon condiciones para otorgar créditos y
establecieron medidas para proteger el empleo. “Sin embargo, el apoyo para los
trabajadores informales y los más vulnerables fue más lento”, dicen los
investigadores. Tomando en cuenta las distintas medidas implementadas, Colombia
fue el país más rápido en reaccionar desde que comenzó el COVID-19: tardó 16
días.
Los investigadores también compararon la rapidez en la
entrega de apoyos económicos en contextos de cuarentena: es decir, con
restricciones de movilidad en algunas zonas (aunque éstas no siempre se
cumplen, ya que una proporción importante de trabajadores necesita salir a la
calle pues vive del ingreso diario). En el caso de Chile, por ejemplo, desde
que se aplicó la cuarentena obligatoria, la primera canasta de alimentos llegó
a los 50 días (a un hogar de una comuna de bajos ingresos). En el caso de
Colombia, la canasta demoró 9 días y en Brasil tardó 64 días.
Los autores midieron el monto de estímulo económico
entregado por cada país en contextos de COVID-19: es decir, el aporte que sale
del “bolsillo” del Estado. De los cinco casos analizados, Brasil es el que
realiza un esfuerzo mayor, gastando alrededor de US$ 880 por habitante
(alrededor de 10% del PIB nacional), seguido de Chile, con casi US$ 800 (5,2%
del PIB). Colombia y Perú gastaron casi US$ 500 (7,6%) y US$ 380 (5,6%) por
habitante. Ecuador es el país que menos apoyo entrega: US$ 24,8, per capita y
0,4% del PIB.
Índice de apoyo
económico
Ahora, al analizar la magnitud del apoyo económico que se entregó
a los hogares tomando en cuenta la evolución de la enfermedad, los datos son
menos optimistas. Por ejemplo, Chile comenzó el período con bajos niveles de
apoyo a las familias (menos de 40% según el Indice de Oxford, que llega hasta
un máximo de 100%), pero éste fue aumentando (75% a mediados de junio). En el
caso de Brasil, su índice de apoyo económico fue de 50%.
Según los investigadores, aún cuando los niveles de apoyo
económico aumentan, no hay una correlación entre este dato y el número de casos
o la tasa de positividad.
Al revés, los casos aumentan o se mantienen. “Esto sugiere
que el apoyo en temas de ingreso no tuvo la efectividad esperada, no solo
porque la implementación fue lenta, sino porque la magnitud del apoyo fue
limitada. El único país que muestra una disminución en la tasa de positividad
que coincide con un aumento del indicador es Chile”, explican los autores.
Esto ocurre en un período en que las cuarentenas fueron más
fuertes y comenzó a aplicarse una mejor estrategia de testeo y trazabilidad. Lo
anterior lleva a concluir a los investigadores que, en contextos de pandemia,
es central una respuesta temprana e integral.
Zonas vulnerables
Los autores identificaron algunas zonas geográficas en las
que las medidas implementadas fueron menos efectivas.
En Chile, por ejemplo, el virus evolucionó de manera
distinta en diferentes áreas de la Región Metropolitana. En las comunas de
mayores ingresos, después de una semana de cuarentena, los casos diarios
bajaron; en cambio, en aquellas comunas de menores ingresos (Independencia, San
Ramón, La Granja y Recoleta), los casos diarios subieron. “Estos datos son
consistentes con la demora en la entrega de medidas de apoyo económico para los
grupos vulnerables. La falta de respuesta económica temprana impidió a las
personas quedarse en la casa y, por lo tanto, disminuyó el efecto de las restricciones”,
plantean los autores.
En Colombia, la región más afectada en número de casos y
muertes es la de Amazonas (32,9 casos y 1,3 muertes por cada 1000 habitantes),
localizada en una provincia donde la informalidad laboral alcanza un 90% y el
hacinamiento y la pobreza llegan a 16% y 35%, respectivamente. En cambio, las
zonas de Antioquía y Valle del Cauca, que poseen menores niveles de
hacinamiento y pobreza, registran también un menor número de muertes.
En Ecuador, la provincia de Guayas presenta el mayor número
de casos y muertos (alrededor de 18,000 y 1.700) y Santa Helena tiene una tasa
de muerte de 82,5 por cada 100.000 habitantes. Ambas provincias tienen niveles
de desempleo superiores a 20%. Además, en Guayas los niveles de acceso de la
población a servicios básicos y agua potable son bajos (66,6 y 85,7%,
respectivamente).
Finalmente en Brasil, la región más impactada en número de
casos y muertes es el Sudeste, con un 35% y 45% respectivamente. Esta región
alberga al 42% de la población nacional y concentra las ciudades más densamente
pobladas y turísticas, como Sao Paulo y Río de Janeiro.
Conclusiones del
estudio
El trabajo concluye que las pandemias deben ser abordadas
con una mirada integral, tomando en cuenta cuatro ámbitos: estrategias
sanitarias y de contención; comunicación de los datos sobre la Pandemia y
medidas económicas de apoyo, particularmente a los grupos más vulnerables (para
que puedan, por ejemplo, quedarse en sus casas aquellos que necesitan salir a
trabajar).
Es clave contar con una estrategia sistemática de testeo,
trazabilidad y seguimiento de casos en etapas tempranas de la pandemia, para
contener brotes y evitar detener por largo tiempo la actividad del país,
sugieren los autores. Asimismo, es determinante contar con una buena
comunicación y coordinación ya que optimiza la toma de decisiones y da más
legitimidad a la autoridad y las estrategias implementadas, mejorando el
cumplimiento de las medidas.
Finalmente, los hallazgos también ofrecen algunas luces
sobre cómo convivir con una pandemia que estará presente por un buen tiempo. En
ello las estrategias de testeo y trazabilidad son fundamentales para la
vigilancia activa de casos y brotes.
Fuente: The Conversation