Arquitectura post-COVID: viviendas accesibles para toda la vida
La pandemia de la COVID 19 ha obligado a millones de
personas en el mundo a estar recluidas en sus domicilios durante semanas,
saliendo lo mínimo imprescindible. Muchos de nosotros nos hemos cuestionado
nuestra calidad de vida, comprobando, en ocasiones, que las dimensiones y las
características de nuestra vivienda respondían a las necesidades previas a la
pandemia, cuando pasábamos poco tiempo en casa.
Actualmente todas las agencias inmobiliarias constatan que
la mayoría de clientes demandan ahora hogares más iluminados, ventilados y que
dispongan de espacios más abiertos. Un cambio de tendencia causado por las
restricciones impuestas por la COVID 19. Muchas personas han tenido que estar
literalmente encerradas en viviendas pequeñas, mal ventiladas y poco
iluminadas, con espacios compartidos entre los diferentes miembros de la
familia o compañeros de piso.
El hecho de no poder salir al exterior y tener que convivir
muchas horas con otras personas durante muchos días ha generado para algunos
una situación bastante agobiante: la sala de estar se convertía en un espacio
polivalente que, a ratos, funcionaba como zona de juegos o un despacho en el
que teletrabajar.
El baño también ha pasado a estar mucho más ocupado de lo
habitual, con el inconveniente añadido de que, en muchos casos, este espacio de
la casa suele estar mal ventilado. Los balcones y las terrazas de las viviendas
se convirtieron en un espacio privilegiado que mejoró notablemente la
experiencia del confinamiento para muchas personas.
¿Quién ha salido
perdiendo?
Sin duda, el colectivo que más ha sufrido el confinamiento
durante la pandemia ha sido el de las personas que presentan algún tipo de discapacidad
o movilidad reducida.
Las personas mayores han salido menos a la calle por motivos
de seguridad, y han visto cómo se cerraban los centros u otros espacios en los
que, habitualmente, realizaban actividades fundamentales para mantener un buen
estado físico y psicológico.
Si algo ha demostrado la pandemia es que las viviendas y/o
residencias de nuestros mayores requieren una mejora en el ámbito de la
seguridad y del confort.
¿Quién ha salido
ganando?
El confinamiento ha resultado menos duro para aquellas
personas que habitan viviendas bien ventiladas y que disponen de espacios
intermedios como balcones, terrazas o patios. También para los inquilinos de
edificios de viviendas unifamiliares o plurifamiliares situados cerca de zonas
verdes.
Estas personas han tenido acceso directo a zonas verdes
donde poder pasear, tener un pequeño huerto, o realizar actividades al aire
libre. Para ellas, los efectos de esta pandemia han sido muchísimo más
llevaderos.
Si, además, estas viviendas disponen de un diseño accesible,
adaptado a personas con discapacidad y/o de movilidad/comunicación reducida
temporal, sus características facilitarán, sin lugar a dudas, el confort y la
seguridad para todos sus usuarios. Ese diseño accesible pasa por generar
espacios más amplios, la incorporación de materiales constructivos con
diferentes texturas y colores o la introducción de plantas aromáticas.
Ello no implica, necesariamente, un aumento en la superficie
de las viviendas. Se trata de incorporar aspectos de diseño accesible que, a
veces, pasan simplemente por una recolocación de los muebles de la casa y que
contribuyen a mejorar notablemente la calidad de vida de sus habitantes.
¿Cuál es el futuro en
breve plazo?
Las viviendas actuales no están pensadas para estar
recluidos muchos días en ellas y, sin duda, la crisis generada por la COVID 19
cambiará la visión de los hogares y desembocará en la modificación progresiva
de las actuales normativas de vivienda.
Superada la pandemia, volveremos a tipologías de viviendas
que recuerdan a las que ya se construían a inicios del siglo XX, en las que se
potenciaba la salubridad mediante la generación de espacios amplios que
mejoraban los criterios de ventilación e iluminación.
No cabe duda de que se potenciarán las terrazas comunitarias
en edificios de viviendas destinadas a usos de diversa índole, como la creación
de huertos urbanos, la incorporación de zonas de recreo infantil o la
construcción de parques para personas mayores.
Una oportunidad para
mejorar
La accesibilidad se ha de incorporar de manera desapercibida
en el propio diseño de los proyectos urbanísticos y arquitectónicos. La
pandemia ha abierto una buena oportunidad para impulsar estos criterios no solo
en el parque de vivienda de nueva construcción, sino también en las reformas
que se hagan de las viviendas ya existentes.
De esta manera, lograremos mejorar la seguridad y el confort
de todas las personas que habitan la vivienda, independientemente de su edad y
de sus capacidades. Se trata, además, de un cambio de paradigma necesario,
teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población al que nos
enfrentamos en los próximos años, no solo en España, sino en el conjunto de
toda Europa y de los principales países industrializados.
Esta crisis nos demuestra que la accesibilidad no es sólo
una obligación sino un derecho para toda la ciudadanía.
Nuevas subvenciones
para mejorar la accesibilidad
Las diferentes administraciones de nuestro país, tanto a
nivel estatal como autonómico, ya hace años que potencian la colocación de
ascensores y rampas, pasamanos, etc. en los espacios comunitarios de las fincas
debido, sobre todo, al envejecimiento de la población y al aumento de personas
con discapacidad. Estas normativas obligan a rehabilitar los vestíbulos y
entradas a los edificios de viviendas para garantizar el derecho de acceso al
domicilio propio de todas las personas.
Este tipo de políticas favorecen la inclusión de estas
personas en la comunidad, en la medida en que no necesariamente han de vivir en
centros residenciales, sino en viviendas propias. Viviendas que incorporan
baños adaptados, elementos domóticos para facilitar el uso de persianas y
puertas u otros aspectos relacionados con la accesibilidad comunicativa, como
pueden ser señales visuales, acústicas o táctiles dirigidas a personas con
discapacidades sensoriales o cognitivas.
La crisis ocasionada por la COVID 19 ha acelerado el proceso
que hará que la arquitectura del siglo XXI sea la arquitectura de la gente
mayor, basada en una nueva accesibilidad desapercibida que facilitará que, a
medida que envejezcamos, podamos seguir disfrutando de nuestras viviendas
independientemente de nuestras capacidades. Se trata de apostar por viviendas
accesibles para toda la vida.
Fuente: The Conversation