Exhumar tumbas de vampiros como política de salud pública
Nellie Vaughn fue enterrada en West Greenwich, Rhode Island,
en 1889. Y aunque la muerte suele ser el final de la historia de una persona,
para Nellie fue solo el comienzo.
Poco después de su entierro, Nellie fue exhumada de su tumba
en la granja de la familia a pedido de su madre y trasladada al cementerio de
la ciudad. Las cosas tomaron un giro extraño poco después de su nuevo entierro:
Nellie fue acusada de ser un vampiro.
Los vampiros eran una preocupación en toda la Nueva
Inglaterra del siglo XIX, y Nellie era solo una de las muchas personas
sospechosas de ocupar el espacio entre los vivos y los muertos. Como explicó el
antropólogo George R. Stetson en 1896, Nueva Inglaterra era solo uno de los
muchos lugares del mundo que creían en “espíritus que abandonan la tumba,
generalmente en la noche, para atormentar a los vivos”. Rhode Island, en
particular, escribe Stetson, se “distinguió por el predominio de esta notable
superstición”.
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Familias enteras estaban muriendo, atenazadas por algo que
hacía que se consumieran lentamente. Un vampiro acusado, Mercy Brown de Exeter,
Rhode Island, murió en 1892. Su madre y su hermana también fallecieron, y poco
después, su hermano se enfermó gravemente. Parecía que correría la misma suerte
que el resto de su familia. Algo estaba atacando a los Browns y la gente
necesitaba respuestas.
Como detallan los investigadores Donald H. Holly Jr. y Casey
E. Cordy, “la gente del pueblo convenció al padre [de Mercy] de exhumar los
cuerpos de los muertos con la esperanza de identificar al vampiro que se estaba
'aprovechando' de su hijo y poniendo en peligro a los miembros sobrevivientes
de la familia." Los cuerpos fueron exhumados, y aunque la madre y la
hermana de Mercy estaban completamente descompuestas, Mercy no lo estaba. Esto
demostraba, razonó la gente del pueblo, que era un vampiro que se levantaba de
su tumba para exprimir lentamente la vida de su hermano. En consecuencia, su
corazón e hígado fueron extraídos y quemados, y "su hermano enfermo
consumió sus cenizas con la esperanza de salvarse, pero murió unos meses
después".
Otra residente de Rhode Island, Sarah Tillinghast, también
fue acusada de vampirismo poco después de su muerte en 1799. Al igual que
sucedió con Brown, “el cuerpo de Sarah fue exhumado por su padre en un esfuerzo
por identificar al vampiro que había matado a varios de sus hijos y amenazado
el resto." Se descubrió que Sarah era la vampira cuando, según los
testigos, sus ojos estaban "abiertos y fijos", "su cabello y
uñas habían crecido" y su "corazón y arterias estaban llenas de
sangre roja fresca". Sus órganos fueron extraídos y luego quemados antes
de que ella y sus hermanos fueran enterrados de nuevo.
La gente de Nueva Inglaterra tenía miedo y estaban tomando
medidas drásticas para calmar esos temores. Como escribió Stetson, en una
ciudad de Rhode Island "se realizaron exhumaciones conocidas en cinco
familias, en la aldea mencionada anteriormente en tres familias y en dos aldeas
contiguas en dos familias". Y según un artículo de 1875, una familia que
padecía una enfermedad creía que el padre muerto “no descansaría hasta haber
atraído hacia sí a los nueve miembros supervivientes de la familia; el hijo
enfermizo, armado con una pala, exhumó a su padre y le cortó la cabeza”.
No hay duda de que la gente estaba muriendo en Rhode Island,
pero no eran vampiros absorbiendo sus fuerzas vitales. Había una causa mucho
más mundana: la tuberculosis. La enfermedad, escribe la historiadora Jeanne E.
Abrams, tenía la “distinción de ser la principal causa de muerte en los Estados
Unidos del siglo XIX y principios del XX”. A medida que los expertos
aprendieron más sobre la enfermedad y cómo se propagaba, la exhumación fue
reemplazada por medidas de salud pública, que iban desde leyes contra los
escupitajos hasta cambios en la ventilación. Lo que comenzó como un susto alimentado
por la superstición finalmente condujo a avances en la salud pública.
Fuente: Jstor/ Traducción: Maggie Tarlo