La escena musical próxima al círculo polar ártico
Si creen que la vida de una banda de rock de gira suena como
una rutina, piensen en los músicos de Groenlandia, donde el término "en el
camino" es un desafío en sí mismo.
“No hay carreteras de conexión entre ninguna de las ciudades
aquí”, dice Jonas Lundsgaard Nilsson, baterista de la banda groenlandesa Small
Time Giants, cuya canción encabezó las listas danesas. “Así que en realidad es
bastante común ir a un concierto en helicóptero o barco”.
Hablando desde la base de operaciones de la banda en la
capital de Groenlandia, Nuuk, Nilsson describe los desafíos de construir una
carrera musical exitosa en uno de los lugares más inhóspitos del mundo. Tan
cambiante es el clima en el país insular, parte del Reino de Dinamarca, que los
músicos corren el riesgo de quedarse varados fuera de casa durante días. Los
lugares también son escasos: los rockeros indie melódicos Nanook, probablemente
la banda más popular de Groenlandia, utilizaron un barco como transporte y
escenario para una gira, invitando a los asistentes al concierto a bordo donde
sea que atracaban en la costa.
Estos detalles de esta escena musical globalmente oscura
pueden tener más importancia internacional de lo que podría suponerse, sugiere
un nuevo informe publicado este mes. Creado por el Centro de Ecosistemas
Musicales y financiado por el Consejo Nórdico, el informe analiza los
obstáculos que enfrentan las escenas musicales bulliciosas pero frágiles de
Nuuk y otras dos ciudades del extremo norte: Torshavn en las Islas Feroe y
Juneau, Alaska.
El informe, "Definición de la resiliencia en los
ecosistemas musicales remotos", puede examinar uno de los circuitos
musicales globales menos conocidos, pero los obstáculos que enfrentan los
músicos en estos tres lugares resultarán sorprendentemente familiares para los
residentes de cualquier país culturalmente activo pero relativamente fuera de
lo común. En un mundo en el que muchas ciudades alejadas de los principales centros
metropolitanos luchan por retener a los residentes y proyectar una identidad
distintiva que atraiga visitantes e inversiones, las lecciones pueden tener una
relevancia más amplia.
“Nadie ha mirado a las comunidades remotas o aisladas de
esta manera antes”, dice el coautor del informe Shain Shapiro, fundador del
Center for Music Ecosystems, una organización de investigación sin fines de
lucro que analiza cómo la música puede beneficiar a las comunidades. “En el
pasado, nos han preguntado qué podemos hacer por las comunidades más pequeñas y
rurales y, para ser honestos, no se nos ocurrió más que sugerirle a la gente
que organice un festival”.
Estos temas son importantes, dice Shapiro, porque en los
pueblos pequeños y lugares donde las oportunidades son limitadas, la vida
cultural puede ser el pegamento que motive a los residentes más jóvenes a
quedarse. "Mucho de esto se trata de mantener a las personas en su
lugar", dice Shapiro, "En el caso específico de Nuuk y Torshavn, se
trata de dar a las personas más razones para no mudarse a Dinamarca".
A pesar de su distancia de los principales centros de
población, las tres ciudades estudiadas logran producir una notable variedad de
música: jazz en lengua tlingit en Juneau, electropop temperamental en las Islas
Feroe y hip-hop groenlandés socialmente activista en Nuuk. Pero construir un
ecosistema musical capaz de apoyar a los artistas sigue siendo difícil.
Los músicos de las Islas Feroe, por ejemplo, solo tienen un
sello discográfico para elegir, que también funciona como el único editor de
música y tienda de discos de las islas. Con la persona detrás de la
institución, Kristian Blak, ahora en sus 50 años, la continuidad a una próxima generación
no está garantizada.
Si bien Juneau ha demostrado ser atractiva para artistas y
músicos deseosos de escapar de las presiones de las ciudades más grandes de EE.
UU., las oportunidades de ingresos son limitadas en una ciudad a la que solo se
puede acceder por barco y avión. En Groenlandia, el grupo potencial de oyentes
y asistentes a conciertos suele ser demasiado pequeño para que sea factible
vivir como músico a tiempo completo, por lo que la mayoría de las personas en
la escena también están equilibrando un trabajo diario.
Las ciudades y los líderes comunitarios pueden brindar una
amplia gama de apoyo, como programas educativos para enseñar las habilidades
comerciales necesarias para ser un músico que trabaja, como la publicación de
música y la promoción de conciertos. Mientras tanto, la diversidad de espacios
de actuación y las regulaciones locales que permiten lugares de música en vivo
sin alcohol hacen que las bandas lleguen a audiencias más grandes y más
jóvenes.
En términos más generales, las ciudades se beneficiarían de
un cambio cultural hacia la valoración de la música como una profesión en lugar
de un pasatiempo, sugirió el informe. Si bien ha habido pasos positivos, como
la fundación de un sindicato de músicos de las Islas Feroe en 2020, la falta de
reconocimiento de la música como carrera hace que sea más difícil desarrollar
una generación de músicos comprometidos y bien capacitados.
Pero el hecho de que la mayoría de los músicos no puedan
vivir solo de la música es quizás inevitable en lugares con poblaciones
pequeñas. Jonas Nilsson de Small Time Giants trabaja como director del festival
de cultura nórdica de Nuuk, mientras que el bajista de Nanook, Andreas Otte,
enseña a estudiantes de escuela en Dinamarca sobre la cultura y la sociedad de
Groenlandia.
Invertir en la construcción de una escena musical local
saludable puede dar sus frutos. Miren, por ejemplo, la experiencia de Islandia.
La pequeña nación nórdica y su capital llena de vida nocturna, Reykjavík, están
muy por encima de su peso, en cuanto a cultura; y eso incluso si se descarta a
Björk y Sigur Rós, las dos exportaciones musicales más famosas del país.
La vigorosa escena musical de Islandia ha jugado un papel
importante en el replanteamiento de la imagen del país como un destino cultural
progresista y un trampolín clave entre Europa y América del Norte. Esa es una
transformación que a sus vecinos del oeste les encantaría ver, dice Otte de
Nanook.
“Si tocas música moderna, pop, rock o lo que sea, puedes
cambiar la imaginación de las personas cuando piensan en Groenlandia, que no
somos personas sentadas en iglús comiendo osos polares”, dice Otte. “Eso
beneficiaría al país en general, no solo a los músicos”.
Fuente: CityLab/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez