Andar en bicicleta en Chile es cosa de pobres (excepto si no eres pobre)




Andar en bicicleta es cosa de pobres: obviamente apelamos a un título tramposo para llamar la  atención de los lectores. Sin embargo, y sin miedos de simplificar, diremos que los pobres andan en bicicleta como pobres. Y andan en bicicleta como pobres porque son pobres. Y lo mismo si viajan en tren o vuelan en naves espaciales: viajarán en tren como pobres y volarán en naves espaciales como pobres.

Permítasenos una explicación. O una recomendación de lectura. “La bicicleta como modo de transporte que visibiliza el accesodesigual a la movilidad cotidiana: el caso de Santiago, Chile” es un artículo de María Renee Salas Venegas, parte de una tesis de magistratura en urbanismo, publicado por el número 39 de la Revista de Urbanismo de la Universidad de Chile. La autora se propone “visibilizar  y  caracterizar  las diferenciadas  barreras  de  acceso ―financiera,  sociocultural,  espacial, temporal  y  de  género― que  los  usuarios  de  la  bicicleta  enfrentan  cotidianamente según lugar de residencia, grupo socioeconómico, grupo  etario  y  género”.


A través de entrevistas, observación de terreno, espacialización y acompañamiento en el viaje, el texto examina cómo “el  uso  de  la  bicicleta  reproduce,  al  igual  que  la  red  de transporte  metropolitana,  un  modelo  de  desarrollo  que  profundiza acceso  diferenciado a la movilidad en la metrópolis de Santiago, lo que dificulta avanzar hacia una movilidad urbana más sustentable y asequible para todos”. O sea que si usted es pobre, como el título engañoso lo indica, andar en bicicleta resultará parte de sus experiencias cotidianas en un entramado social desigual. Y si no es pobre, el sistema funcionará a su favor y andar en bicicleta no será un martirio sino una experiencia disfrutable, repleta de pajaritos y cielos celestes (y vías exclusivas, semáforos y conexiones).

“Existe  una  alta desigualdad en cuanto al acceso a la infraestructura, viajes  en  bicicleta  por  motivo  de  trabajo  y  estudio  de  la  EOD  2012 versus la disponibilidad de infraestructura neta, km de ciclovías 2016. Se evidencia que solamente el 18% de la infraestructura (6 comunas) tiene correlación con los viajes, y por tanto solo en el 18% de las comunas en la medida   que   aumentan   los   viajes   aumenta   la infraestructura. También  podemos  concluir  que,  en general, todas las comunas aumentan su infraestructura al año 2025, pero de manera desigual. Solo en 4 comunas pericentrales  la  infraestructura  futura  aumentaría  de  manera proporcional a la actual, en caso de consolidarse el  PMCGS.  En  cuanto  a  la  cantidad  de infraestructura implementada  en  los  últimos  15  años,  las  comunas  del cono oriente son las más favorecidas y mantendrían su posición de privilegio al 2025”.

Y esta observación es sumamente enriquecedora: “Para  algunos  la  existencia  de  ciclovía  (barrera  espacial) representa  seguridad  y confiabilidad  en  el  recorrido, mientras que para otros significa atochamientos y pérdida de  eficiencia  en  la  accesibilidad  (tiempo-distancia). Lo mismo  ocurre  al  observar  la  barrera  económica:  la bicicleta,  para  los  casos  del  sector  sur,  representa  una oportunidad de acceder a los bienes y servicios de manera más económica, mientras que para los ciclistas del cono oriente significa solo otra alternativa de viaje. La barrera sociocultural corresponde en forma transversal a ambos sectores. Se puede concluir que la baja calidad de cultura y convivencia vial afecta e incide en la experiencia y la calidad  de  viaje  de  todos  los  casos  estudiados, experimentado barreras asociadas a la agresividad entre modos  de  transporte ―asaltos,  acoso  callejero  en  la comuna de Maipú― y una marcada falta de cultura vial en los  ciclistas  nuevos  del  cono  oriente  de  la  ciudad”.

El trabajo completo, acá.

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