“Hay que luchar contra el acoso social machista, pero no sé si la forma de hacerlo sea el castigo”
“Indudablemente que existe una urgencia ética para enfrentar
el acoso sexual, en cualquiera de sus formas, pero junto a dicha urgencia
existe la imperiosa necesidad de comprender sus causas y también de interpretar
correctamente lo que el discurso hegemónico está manifestando y produciendo”, escribió
Lamas en el prólogo de su discutido libro (discutido, aunque quizás no tan
leído). “Reconozco la rabia que legítimamente expresan muchas personas en la
actualidad, y también la inquietud que expresan activistas, académicas y
personas expertas en el tema por los efectos negativos que está produciendo el
discurso hegemónico sobre acoso. Cada día aparecen nuevos casos de injusticias:
difamaciones, persecuciones mediáticas y despidos. Algunas personas denuncian
de forma equivocada, y otras lo hacen con mala intención. Esto amerita un
análisis que instale una conciencia más certera sobre qué es el acoso, y que
deslinde apropiadamente conductas e intenciones, miradas y tocamientos,
agresiones y torpezas. Espero que estas líneas colaboren a fortalecer una
discusión seria dentro del feminismo y con nuestros aliados sobre qué discursos
y qué prácticas realmente son emancipadores y cuáles, finalmente, son
tropiezos, pasos en falso o errores”.
Lo de la antropóloga de la UNAM no son sólo opiniones arrojadas a la ligera en
Twitter; es consecuencia de un trabajo de décadas del cual espera, comentó
Lamas, que por lo menos se lea algo más que el título: “Quiero que lean el
libro y estoy dispuesta a aceptar críticas, no espero que todas coincidan
conmigo. Lo que sí espero, por lo menos de las feministas universitarias, es
que estén abiertas a la discusión y que lean las cosas. A lo mejor me hacen ver
algo que no se me ocurrió”.
En una entrevista publicada en Letras Libres, Lamas explicó:
“Hay un tema muy puritano con la sexualidad: a mí me parece que no
necesariamente es ofensivo que alguien te diga ‘te quiero coger’, pensar que
eso atenta contra tu dignidad de mujer es muy decimonónico. ¿Qué tiene de malo
que te miren con una mirada lasciva? ¿Nosotras nunca miramos lascivamente a los
hombres? Pues no, por la doble moral. Claro que hay que luchar contra el acoso
social machista, pero no sé si la forma de hacerlo sea el castigo. De cualquier
modo, tengo 71 años y va a estar muy difícil que me digan cosas, creo que esa
es la batalla de ustedes”.
―En el libro dices que hay que tener cuidado de las
injusticias― le preguntan en la entrevista.
―Sí, me preocupan los casos en los que las chicas se están
excediendo. Cuando salió el libro, me contaron de un profesor del CIDE que se
enamoró de una alumna de doctorado, una mujer casada, y le mandó un correo
invitándola a cenar. Luego se encontraron en el pasillo y él le dijo algo como
“¡estás tan guapa!”. Con esos dos elementos la estudiante puso una denuncia de
acoso y a él lo suspendieron dos años. A las feministas del CIDE les pareció
que era poco y lograron que fueran cuatro. Estuvo mal que la invitara a cenar,
sí, pero me parece un exceso separarlo cuatro años de su trabajo, ¿qué quieres
que te diga? Y como ése hay muchos casos, porque según el discurso hay que
creerle a cualquier mujer que diga que ha sido acosada. Yo creo que hay que
hacer debido proceso porque también hay mujeres que dicen mentiras.
La entrevista completa, acá.