Gianni Vattimo: “No soy ni homo ni hetero, sino viejosexual”



“Hoy la lengua común del proletariado es el español. De ahí viene la eventual posibilidad de una novedad”, comenta Gianni Vattimo en una entrevista con El País. “El final de la Unión Soviética es el final de cualquier esperanza de revolución. Si había algo concreto para ver era el comunismo. Pero eso ya no existe como nodo importante y ya no es creíble. Marx y Dios han muerto. Por eso América Latina me parece tan importante, es el único nodo de resistencia concreta. Pero cada día cae un pedazo”.

Vattimo nació en 1936, tiene 83 años y es posiblemente el filósofo vivo más destacado de Italia. Quizás por ser filósofo, quizás por haber superado la barrera de los 80 o quizás por algunas dolencias que lo aquejan (una forma moderada de Parkinson: “Hoy estoy moderadamente mal”, explica a su entrevistador. “Estoy un poco débil, me canso fácilmente. Por el resto, los psiquiatras dicen que estoy lúcido. Así que amén”), quizás pro todo esto es que Vattimo piensa cada vez más en la muerte.

“Si me da a elegir ahora preferiría morirme: sería una forma de cerrar esto. No tengo miedo del más allá, sino del morir. Me siento muy naturalizado, soy alguien que en cierto momento cesa”, dice el autor de Las aventuras de la diferencia y La sociedad transparente. “Morir me sabe mal por el gato y por algún amigo. Pero no tengo una gran imagen de la muerte. A veces escribo en las necrológicas de mis amigos: ‘En la débil esperanza de un nuevo tiempo...’. Pero, vete a saber, lo que me parece más creíble es que permanezcan las obras leídas. Encontraré a Kant... Y espero no acabar en el infierno. Eso sí sería un problema: imagine a un padre eterno divirtiéndose al verme arder en las llamas”.


—Usted habló abiertamente de su homosexualidad en un momento muy distinto del actual —le comentan en la entrevista.

—Fue muy importante personalmente. Un amigo mío dice ahora que no soy ni homo ni hetero, sino viejosexual. Bonita broma, ¿no? Pero digamos la verdad: ya no me importa nada. Estoy convencido de que esta cuestión ha sido decisiva para mi formación, pero no sé hasta qué punto pudo ser un equívoco. Un problema juvenil, como la política, que ahora me parece más decisiva. Hoy, ser comunista o no es más importante que ser gay, que no significa casi nada.

—¿A qué se refiere?

—Si me defino comunista es porque tengo algunos ideales de sociedad. Si me defino gay… bah… es solo porque me gustan más ciertos objetos sexuales que otros.

La entrevista completa, acá.

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