Malos barrios, malos reguladores genéticos, malos futuros


El barrio en el que crece un niño puede influir en su salud durante años en formas que antes eran invisibles. Un estudio a largo plazo de 2.000 niños nacidos en Inglaterra y Gales, seguidos hasta los 18 años, encontró que los adultos jóvenes criados en comunidades marcadas por una mayor privación económica, malversación física, desconexión social y peligro muestran diferencias en el epigenoma: las proteínas y los compuestos químicos que regulan la actividad de sus genes.

Los investigadores dicen que el estudio respalda la hipótesis de que la regulación genética puede ser una vía biológica a través de la cual la desventaja del barrio "se mete debajo de la piel" para generar disparidades de salud a largo plazo.


Las diferencias se identificaron en genes previamente relacionados con la inflamación crónica, la exposición al humo de tabaco, la contaminación del aire exterior y el cáncer de pulmón, y pueden poner a estas personas en riesgo de tener una salud más pobre más adelante en la vida. Las diferencias epigenéticas se mantuvieron incluso después de tener en cuenta las condiciones socioeconómicas de las familias de los niños, y se observaron en adultos jóvenes que no fumaban ni mostraban evidencia de inflamación alta.

"Estos hallazgos pueden ayudar a explicar cómo surgen las disparidades de salud a largo plazo entre las comunidades", dijo Aaron Reuben, de la Universidad de Duke, autor principal del estudio. "También nos dicen que los niños que tienen el mismo aspecto físico y son saludables pueden ingresar a la edad adulta a nivel celular para obtener diferentes resultados en el futuro".

Todavía no es posible saber si estas diferencias son duraderas o podrían modificarse, dijo Reuben. "Eso es algo que necesitaremos seguir evaluando".

El estudio, que apareció este mes en la revista JAMA Network Open, se basó en diversas fuentes de datos para caracterizar las características físicas, sociales, económicas y de salud y seguridad de los vecindarios infantiles a lo largo de su infancia y adolescencia. Se recopilaron datos de las bases de datos del gobierno local y la justicia penal, observación sistemática de las condiciones del vecindario (a través de Google Street View) y encuestas detalladas de los residentes del barrio. Los investigadores combinaron estos datos de vecindad de varias décadas con información epigenética derivada de la extracción de sangre de los participantes a los 18 años.

"La investigación es un recordatorio importante de que la geografía y los genes trabajan juntos para dar forma a nuestra salud", dijo Avshalom Caspi, profesor de psicología y neurociencia en Duke y autor principal del estudio.

En un comentario de la revista que acompañó el estudio, el epidemiólogo psiquiátrico de la Escuela de Medicina de Harvard, Erin Dunn, señaló que las diferencias de regulación génica inducidas por el vecindario "probablemente están implicadas en muchos resultados adversos para la salud, que abarcan desde trastornos de salud mental hasta cáncer, obesidad y enfermedades metabólicas". Escribe: "Espero que estudios como éste impulsen a los investigadores a explorar estos conceptos complejos y a unir los determinantes sociales de la salud con procesos epigenéticos".

Fuente: Duke

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