¿Hay que prohibir el acceso a parques en tiempos pandémicos?
La transmisión aérea de cualquier virus o patógeno disminuye
muy significativamente en ambientes exteriores. Es algo relativamente fácil de
entender y también es algo muy habitual.
La gripe, el sarampión, la varicela y otras muchas
enfermedades, además de la covid-19, se pueden transmitir desde una persona
contagiada a otra que se encuentra cerca a través del aire. Al respirar, hablar
o toser, la persona contagiada emite patógenos en unas pequeñas gotas que
viajarán por el aire y podrán alcanzar a otros que al inhalarlas podrían infectarse.
No obstante, la transmisión de enfermedades depende también
de otros factores como el tiempo de exposición al patógeno o el sistema
inmunitario de las personas.
¿Por qué es tan
difícil resolver la problemática del uso de parques?
Al aire libre la cantidad de patógenos exhalados por una
persona enferma se diluirá notablemente y la concentración no será,
seguramente, suficiente para contagiar a nadie si se mantiene la distancia
física adecuada.
Sin embargo, los parques, en general, y los infantiles, en concreto, son algo más que espacios abiertos. Son espacios de reunión social donde las personas socializan y entran en contacto. Esto suele suponer que la distancia entre ellas se acorta y que puede existir contacto directo.
Mascarillas para
evitar el contagio aéreo
Cuando dos o más personas están a una distancia corta –menor
de los 1,5 metros marcados por las medidas de distanciamiento social– se forma
un microambiente entre ellas. Es decir, independientemente de la ventilación de
la sala o incluso estando al aire libre, las partículas exhaladas por alguien
contagiado pueden viajar de forma rápida y directa a otra persona que esté
enfrente.
El uso de mascarillas ayuda a reducir este fenómeno. Las
mascarillas son siempre necesarias cuando nos acercamos a hablar con alguien,
estemos donde estemos, si queremos evitar contagios.
Los mayores riesgos:
el contacto directo y las superficies
Además de la infección vía aérea de la covid-19, que sería
poco probable en espacios exteriores si, tal como se ha matizado anteriormente,
se hace uso de la mascarilla, también existe el contagio entre personas por
contacto directo. Esto sucede, por ejemplo, si alguien compartiese una botella
de agua con una persona contagiada, pues entraría en contacto directo con
patógenos de esa persona.
Pero, además, la covid-19 (y otros muchos virus y
bacterias), pueden sobrevivir en superficies durante varias horas. Esto quiere
decir que, si alguien contagiado toca con sus manos, con las que se habrá
tocado la nariz o la boca anteriormente, una superficie, esta podrá ser un foco
de infección para una persona sana que la toque y a su vez se lleve manos a la
cara.
Esta forma de contagio indirecto no afecta a ambientes
exteriores a menos que haya superficies de uso común como podría ser un
tobogán, donde los niños que lo utilicen estarían poniendo las manos en la
misma superficie.
En estas circunstancias, acotar el uso de columpios sería
una estrategia preventiva de contagio, ya que en estos casos la correcta
higienización de las personas (a través del lavado de las manos) o superficies
(con la limpieza habituales que realizamos en los hogares, colegios, etc.) es difícil
de lograr.
¿Se debe prohibir el
acceso a los parques?
Cualquier pandemia del calibre de la que estamos viviendo no
es fácil de abordar, el sentido común y nuestro conocimiento serán nuestros
mejores aliados.
Debemos poder disfrutar de la naturaleza y del aire libre.
Quizá esta pandemia nos ayude a replantear el diseño de nuestras ciudades para
dar más cabida a espacios abiertos con árboles y plantas que purifican el aire,
dan vida y nos ayudan a estar sanos, en especial a niños y ancianos. De esta manera
todos podríamos disfrutar de parques sin aglomeraciones.
Mientras tanto, un buen uso de los parques que tenemos
podría ser la mejor opción, aunque sin todas las diversiones (como los
columpios y otras atracciones) que ofrecían cuando no estábamos inmersos en una
pandemia.
Tenemos que aprender a disfrutar de los parques de otra
forma: entendiéndolos como un lugar donde respirar aire puro, pasear, disfrutar
del tiempo en familia, jugar, saludarse y charlar brevemente con mascarilla.
Pero siempre evitando situaciones de riesgo de contagio como el uso común de
mobiliario, el compartir comida en meriendas, las reuniones con personas que no
son de su entorno diario o el contacto directo con ellas.
Fuente: The Conversation