¿Cómo funciona la amistad en una ciudad de 15 minutos?
Sarah Holder
Cuando se trata de amistad, la cercanía importa. Cercanía
emocional, claro, pero también, nos guste o no, proximidad física. Los
investigadores hablan de un "radio de amistad" ideal que ni siquiera
Internet dejó obsoleto. Puede variar según la persona y la ubicación, pero en
un nivel básico, cuanto más cerca estés, mejor. “Es más probable que pasemos
tiempo con amigos a los que podemos acceder fácilmente”, dice Elizabeth
Laugeson, profesora clínica de psiquiatría y ciencias bioconductuales en la
Universidad de California, Los Ángeles.
Ciudades de todo el mundo se enfrentan a lo que el Cirujano
General de Estados Unidos calificó recientemente como una “epidemia de soledad”, y una de las propuestas de salud pública para resolverlo es construir
una infraestructura social que facilite más conexiones humanas. Ahí es donde
entra la ciudad de 15 minutos.
El concepto de planificación urbana de una ciudad de 15
minutos está diseñado para que las necesidades básicas de los residentes puedan
satisfacerse dentro de un pequeño radio accesible a pie, en bicicleta o en
transporte público. Esos elementos básicos podrían incluir el trabajo, la
escuela, el cuidado de los niños, la compra y tal vez incluso la atención
médica. La vida en una ciudad de 15 minutos sería más ecológica y fácil, dicen
los defensores del concepto. Se pasaría más tiempo en público y menos confinados
en casa o en automóviles.
Los defensores del rediseño urbano no siempre enfatizan
explícitamente la conexión social. Pero Carlos Moreno, urbanista y profesor
asociado en el IAE de París, quien ideó el concepto de ciudad de 15 minutos, dice
que el "cuidado" siempre fue fundamental para construir un vecindario
próspero. La atención se puede encontrar en hospitales o centros de servicios
sociales, pero también dentro del sistema de apoyo construido por redes
cercanas de amigos. La amistad, después de todo, tiene propiedades para
sustentar la vida y se demostró que mejora la salud física y mental.
“Creo que muchas veces lo vemos como: si tenemos tiempo,
entonces le daremos atención a nuestra vida social. O también: oh, es un lujo
poder salir y ver amigos”, dijo Andrea Bonior, psicóloga clínica y presentadora
de Baggage Check, un podcast de salud mental. “Cuando en realidad sabemos que
tener amistades sólidas predice nuestra longevidad, ayuda a nuestro sistema
inmunológico, nos hace más resistentes y nos protege contra ciertos trastornos
de salud mental y física”.
Por supuesto, los amigos no necesitan vivir en la misma
ciudad para mostrar interés, ahora que la tecnología puede salvar la distancia.
Pero la investigación sugiere que la geografía importa. Un estudio sobre el
contacto interpersonal en Canadá en 1978 mostró que la frecuencia de los
encuentros cara a cara comienza a disminuir una vez que la distancia entre
amigos o parientes llega a ocho kilómetros. Incluso el contacto telefónico comenzó
a agotarse a los 160 kilómetros.
Otro estudio, que utilizó el Índice de Depresión del Centro
de Estudios Epidemiológicos para comprender si las emociones son realmente
contagiosas, mostró que un amigo feliz que vive a un kilómetro y medio es
suficiente para aumentar tus posibilidades de ser feliz en un 25%. Si tu vecino
está feliz, eso aumenta tus posibilidades en un 34%. Un artículo sobre los
hallazgos en Harvard Gazette lo resume bien: “La felicidad parece amar más la
compañía que la miseria”.
Hay beneficios únicos de vivir cerca de un amigo. Ser
vecinos puede generar comodidad a través de la regularidad de las salidas.
También puede hacerlas más espontáneas. “Es muy diferente encontrarse con
alguien con frecuencia porque vive en tu calle y tienes la capacidad de verlo
en un día aleatorio sin planearlo”, dijo Bonior. “Cada vez que tienes que
planificar, hay más posibilidades de que la planificación en sí misma frustre
la reunión”.
Vivir cerca también “facilitaría el apoyo mutuo material y
emocional”, como escribió recientemente Adrienne Matei en The Atlantic, en un
ensayo en el que argumentaba que las personas deberían acercarse a sus amigos
tal como lo harían con sus parejas o familiares. El cuidado de los niños sería
más fácil para quienes tienen hijos, escribe, y un regalo para quienes no los
tienen; agrupar las compras o hacer autostop para ir al hospital ahorraría
tiempo y dinero a todos. Un hombro cercano para llorar es más cálido que el
simulacro en FaceTime.
No hay una respuesta científica sobre qué tan cerca es lo
suficientemente cerca. Así como la ciudad de 15 minutos puede parecerse más a
una ciudad de 10 o 30 minutos, Laugeson dice que el llamado radio de amistad de
cada persona puede variar según el lugar donde vive y cómo se mueve. “Para algunas
personas en entornos urbanos, su radio se vuelve más pequeño porque lleva más
tiempo recorrer distancias en áreas congestionadas”, dice. “En entornos
rurales, las personas pueden estar más dispuestas a viajar distancias más
largas para estar con amigos porque hay menos alternativas”.
Robin Dunbar, psicóloga y autora de Friends: Understanding the Power of our Most Important Relations,
dice que un radio de 30 minutos es el verdadero punto óptimo. “Si no los ves
con la suficiente regularidad, las amistades decaen muy rápidamente; en unos
pocos meses, la calidad de la amistad comienza a deteriorarse”, dijo. Las
comunicaciones digitales y las llamadas telefónicas pueden retrasar el
deterioro, admitió Dunbar, pero no pueden detenerlo por completo. “Si no los
ves de vez en cuando, nada en la tierra impedirá que esa relación eventualmente
se convierta en un conocido en lugar de un verdadero amigo”, dijo.
“Tienes que ser capaz de caminar por allí, golpear su puerta
y decir: ‘Me siento como una mierda'”, dijo. “Porque en ese momento, solo hay
una cosa que necesitas, y eso es un abrazo”.
No todos pueden vivir cerca de sus amigos, y mucho menos a
15 minutos de ellos, debido a las barreras habituales, como el acceso a la
vivienda, la disponibilidad de trabajo, las oportunidades de movilidad y los
lazos familiares. Pero existen intervenciones a nivel de ciudad que pueden
facilitar la elección. Los líderes de la ciudad, los arquitectos y los
planificadores pueden invertir en infraestructura social, como espacios públicos,
parques, plazas y bibliotecas para reunirse.
También pueden crear políticas que hagan que la vivienda sea
más asequible y accesible, de modo que los residentes que deseen vivir cerca de
sus seres queridos no se vean tan limitados por el precio y la oferta a la hora
de elegir un vecindario. Esto podría incluir la zonificación para opciones de
vivienda más diversas, la legalización de vivir con compañeros de cuarto y el
fortalecimiento de las protecciones de los inquilinos.
Cultivar una comunidad que refleje de cerca sus redes
sociales existentes también tiene inconvenientes. Incluso si todos tus amigos
de ideas afines se mudan a tu cuadra, los expertos dicen que aún debes estar
abierto a hacer conexiones nuevas e inesperadas en el vecindario. “Nos expandimos
cuando nuestro mundo se expande. Llegamos a conocer a los que son diferentes a
nosotros mismos”, dijo Melanie Ross Mills, autora de The Friendship Bond. “Nos estiramos más allá de nuestra ‘zona de
confort de la comunidad’”. En otras palabras, ya sea que puedas o no mudarte a
un vecindario donde ya viven tus amigos, ¿por qué no seguir creando otros nuevos
dondequiera que estés?
Fuente: CityLab/ Traducción: Maggie Tarlo