El lugar donde viven los niños

Gabriela Suarez 
Universidad de Michigan

Los niños que crecen en vecindarios más desfavorecidos, es decir, aquellos con viviendas de mala calidad, más pobreza y niveles más bajos de empleo y educación, muestran aumentos observables en la actividad cerebral cuando ven caras emocionales en una pantalla, según el nuevo estudio de nuestro equipo. Pero, lo que es más importante, descubrimos que esta asociación era cierta solo cuando los adultos de esos vecindarios tampoco tenían normas compartidas sólidas sobre la prevención del crimen y la violencia.

Nuestros hallazgos enfatizan que el lugar donde viven los niños y los recursos de otros en el vecindario pueden afectar el desarrollo del cerebro. Pero los vecinos pueden ayudar a proteger a los niños de estos efectos en el cerebro cuando construyen normas sociales positivas sobre cuidarse unos a otros y prevenir la violencia.

Para llegar a estos hallazgos, reclutamos familias de vecindarios en el sur de Michigan con niveles de desventaja por encima del promedio. Utilizamos imágenes de resonancia magnética funcional, o fMRI, para medir la actividad cerebral de los adolescentes mientras observaban las expresiones faciales de diferentes emociones. Nos enfocamos en observar la actividad cerebral en la amígdala, una región del cerebro responsable de detectar amenazas y procesar emociones.

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Usamos datos del censo de vecindarios sobre factores como las tasas de propiedad de viviendas, el porcentaje de familias que viven por debajo del umbral de pobreza y el porcentaje de desempleados para medir la desventaja del vecindario. Luego les pedimos a vecinos seleccionados al azar de cada familia que respondieran preguntas sobre las normas sociales dentro de sus vecindarios, especialmente con respecto a las creencias compartidas sobre la prevención del crimen y la violencia.

Encontramos que los jóvenes de 7 a 19 años que vivían en barrios con más desventajas tenían una mayor reactividad en la amígdala a las caras temerosas y enojadas. Pero los vecinos que compartían fuertes normas sociales, como creer que los adultos deberían hacer algo si los niños se peleaban, parecían contrarrestar este efecto. Es decir, la desventaja del vecindario se relacionó con la reactividad de la amígdala solo cuando los vecinos tenían actitudes más pasivas sobre la prevención de la violencia.

 

Por qué importa

En 2020, aproximadamente 6,4 millones de niños en Estados Unidos vivían en vecindarios con tasas de pobreza del 30% o más. Los estudios muestran que los jóvenes que crecen en vecindarios más empobrecidos tienen más probabilidades de desempeñarse peor en la escuela y tener mayores problemas de salud mental.

Los vecindarios desfavorecidos presentan mayores riesgos para los niños que van más allá de los propios recursos o el entorno de la familia. Esto se debe a que estos vecindarios aumentan la exposición de los niños a delitos violentos y peligros físicos como la contaminación, las sustancias tóxicas y el tráfico callejero, y reducen el acceso a opciones de alimentos saludables y escuelas de alta calidad.

Nuestra investigación, junto con otros estudios recientes, destaca que las desventajas de los vecindarios pueden llegar “bajo la piel”. En otras palabras, puede afectar el desarrollo infantil al moldear la estructura y función del cerebro, además de afectar otros sistemas del cuerpo, como el sistema de respuesta al estrés.

Desafortunadamente, los estudios muestran que factores estructurales tales como dónde se construyen las autopistas y cómo se definen los límites de los vecindarios pueden concentrar la desventaja en vecindarios específicos. Esto, a su vez, dificulta que los vecinos construyan relaciones y normas sólidas. Entonces, aunque los vecinos pueden trabajar para promover un entorno más positivo para los niños, es posible que se necesiten cambios a nivel de políticas para ayudar a los vecinos y las familias a prosperar en los vecindarios más desfavorecidos.

 

¿Qué otras investigaciones se están haciendo?

Estudios recientes de otros investigadores han tratado de comprender por qué vivir en un vecindario desfavorecido afecta el desarrollo del cerebro e identificar factores adicionales que pueden proteger a los niños.

Por ejemplo, en un estudio revisado por pares que aún no se ha publicado, los investigadores encontraron que la violencia armada mortal dentro de una media milla de las casas de los niños estaba relacionada con la comunicación entre las regiones del cerebro importantes para el procesamiento de las emociones y la autorregulación. Y, al igual que nuestro estudio, encontraron que este efecto fue compensado por relaciones vecinales positivas.

Otro trabajo muestra que la exposición a la contaminación del aire por el tráfico de automóviles está asociada con diferencias en cómo se desarrollan los cerebros de los niños.

Fuente: The Conversation/ Traducción:Dana Pascal

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