La población mundial dejará de crecer en 80 años (no será por pestes ni hambrunas, sino por un cambio cultural)


Durante la mayor parte del tiempo que llevamos en el planeta, la población humana creció lentamente. Muy lentamente. Hasta que, de repente, dejó de crecer muy lentamente para dar un salto acelerado y casi —casi— fuera de control. Hay que ver los números.

Se estima que había 4 millones de personas en la Tierra en 10,000 a. C. Después, durante los siguientes diez milenios, la población mundial solo alcanzó los 190 millones de individuos. Incluso en 1800, el número total de humanos todavía era inferior a mil millones.

Desde entonces, los avances en medicina, saneamiento y producción de alimentos provocaron una escalada asombrosa. Para 1900, había 1,65 mil millones de personas; para el año 2000, había más de 6 mil millones. Solo dos décadas después, ahora, la población mundial se sitúa en 7.700 millones. Un montonazo. Y muy rápido.


Pero pronto, o más o menos pronto, o al menos pronto según la escala de vida humana en el planeta, el número de personas en la Tierra dejará de crecer. Según las últimas cifras de las Naciones Unidas, la mejor estimación de los demógrafos sobre cuándo ocurrirá esto es alrededor de 2100. Para entonces, se proyecta que la población mundial habrá aumentado a apenas 11 mil millones. Sí, es mucho, pero no se trata de un crecimiento monstruoso como el de los últimos doscientos años, ni como el de los últimos veinte años.

La humanidad experimentó disminuciones de la población antes. Se cree que la Peste Negra mató a unos 200 millones de personas. Pero esta vez será diferente. "En el pasado, cuando la población mundial experimentaba una disminución", dijo Tom Vogl, economista de desarrollo de la Universidad de California en San Diego, "fue porque murió mucha gente". Mientras tanto, esta transición será el resultado de personas que tienen menos hijos, un producto del aumento de los ingresos y los niveles de educación, especialmente para las mujeres y especialmente en los países menos ricos. O sea, un cambio cultural.

Siempre hay cierta incertidumbre al hacer predicciones, pero Vogl dice que las proyecciones de población generalmente son "menos inciertas" que otras proyecciones sociales y económicas. Esto se debe a que los investigadores ya saben aproximadamente cuántos humanos hay ahora, así como la edad que tienen todos, por lo que pueden predecir, con cierta confianza, cuántas personas estarán en edad fértil en las próximas dos décadas, lo que significa que pueden luego adivinar cuántos hijos tendrán esas personas.


Incluso si las tasas futuras de fertilidad se alejan un poco de las expectativas, Vogl dijo que no "cambiaría el hecho de que en algún momento en los próximos [100 años] la población mundial va a alcanzar su punto máximo". Y más allá de ese pico, su presentimiento es que es poco probable que la población aumente a partir de ahí, salvo un aumento importante en las tasas de fertilidad (tal vez como resultado de un movimiento político que alienta a las personas a tener muchos bebés, como sucedió en China a mediados del siglo XX).

Debido a que algunos de los determinantes de lo que será la población dentro de 80 años aparecen hoy en día, es posible anticipar grandes cambios demográficos. "Para cuando la población mundial se estabilice, África será la región más grande del mundo en términos de población, y el Islam será la religión más grande del mundo", dijo Vogl.

Y crucialmente, la población humana, en su conjunto, envejecerá. Los datos de la ONU sugieren que durante las ocho décadas entre 2020 y 2100, el número de personas de 80 años o más aumentará de 146 millones a 881 millones; durante aproximadamente ese mismo lapso de tiempo, la edad promedio de los humanos aumentará de 31 a 42.


Cuando la población de un solo país envejece de ese modo, "eso generalmente plantea grandes problemas para la política del país", dice Vogl. En ese escenario, las personas que trabajan tienen que apoyar a un número creciente de jubilados, tanto en el nivel de la sociedad, en términos de financiación de programas nacionales de beneficios de jubilación, como en el nivel del hogar, donde los familiares mayores podrían necesitar el cuidado de los miembros de la familia (Japón es un ejemplo frecuentemente citado de un país que actualmente enfrenta estos problemas como resultado de las bajas tasas de fertilidad y la larga vida útil).

"Cuando eso sucede a nivel mundial, significa que la crisis de pensiones va a suceder en muchos países de forma independiente, en diferentes puntos a lo largo de ese camino global", dice Vogl. A medida que cada país se encuentra con este problema, la inmigración, que atrae a personas más jóvenes y listas para trabajar de países con una menor concentración de personas mayores, podría contrarrestar la dinámica del envejecimiento. Pero la política de hoy indica que la inmigración no es una solución simple. Las formas menos controvertidas para que los países compensen este problema incluyen el crecimiento de sus economías (ya que habría más dinero para todos) y la creación de más oportunidades para las mujeres en el mercado laboral (lo que alteraría la proporción de trabajadores y jubilados de un país).

Recomendados

Seguir leyendo