El artista callejero sin calle
“¿Te gustaría agregar algo a tu experiencia?”, pregunta una
mujer en el quiosco cuando entro en la exposición. El programa cuesta 20
dólares, la guía grabada de la exhibición sale 8 dólares y, el combo por ambos,
25 dólares. Un robo. Compré el combo.
Un conjunto de escaleras mecánicas conduce a un pasillo
oscuro. La monotonía exterior se calma con una charla suave y con el sonido de música
de rock alternativo. Las paredes oscuras están revestidas con recoloraciones de
piezas conocidas, imágenes alteradas de varias celebridades y citas simples. Todo
el trabajo de un artista: Banksy.
Ubicado en el centro de Harvard Square, en uno de los
edificios de Harvard Coop, “El Arte de Banksy” exhibe más de cien piezas
auténticas del artista callejero de renombre mundial de Bristol, Inglaterra. La
exhibición en sí no está organizada ni autorizada por Banksy, sino por una
colección de propietarios privados del arte de Banksy. “El Arte de Banksy” abrió
el 17 de febrero y permanecerá hasta mayo.
Las entradas vienen en una variedad de precios, aumentando a
medida que se acerca la fecha, con la entrada general a partir de 70 dólares y
subiendo hasta 110 dólares para el llamado boleto "VIP flex", la
proclamada "mejor experiencia" del sitio web que ofrece acceso a una
sala VIP, un póster de edición limitada y un laminado de recuerdo VIP.
Banksy, un artista callejero anónimo de Bristol y producto
de su vibrante escena underground de la década de 1990, crea arte con mensajes
antiautoritarios y anticonsumistas, a menudo utilizando el graffiti como medio.
Sus piezas de arte callejero tienden a aparecer en lugares públicos propiedad
de individuos y grupos ricos o poderosos, utilizando edificios corporativos y
gubernamentales como lienzo. Muchas de sus citas más atribuibles tocan temas
anticapitalistas de manera jocosa y sarcástica: "A veces me siento tan
enfermo por el estado del mundo que ni siquiera puedo terminar mi segundo
pastel de manzana". Con la intención de incomodar a la gente y hacerles
cuestionar los supuestos que dan por sentado, su arte no tiene censura y es
crudo.
En cambio, “El Arte de Banksy” es monótono. Carece de toda
la vitalidad que hace que el trabajo de Banksy sea tan llamativo en primer
lugar. En la exposición, el propio arte de Banksy mantiene su color y
cualidades fervientes, casi violentas, pero el ambiente es apagado y distante
de su contexto original: la calle.
Sala tras sala, la presentación de la obra de Banksy nunca
se atreve a incomodar al espectador. La falta de contexto o descripción de las
piezas requiere que la obra haga todo el trabajo pesado artístico. La guía
grabada de 8 dólares, relatada por uno de los muchos coleccionistas privados
que contribuyeron a la exhibición, también deja mucho que desear; aunque la
narración ofrece una visión del trabajo de Banksy y su crítica del
establecimiento artístico existente, rara vez toca su desafío contra el
consumismo y el capitalismo.
Teniendo en cuenta que un visitante entusiasta de la exhibición
podría gastar más de 140 dólares por la experiencia completa, y el hecho de que
se muestra en Harvard Square, hace surgir la pregunta de quién es el público
objetivo de la exhibición.
Entre los asistentes, la recepción varía. Un espectador
particularmente emocionado me dice que estas piezas no estarían abiertas al
público sin la exhibición y dice que tenemos suerte de poder verlas. Otros no
se convencen tan fácilmente. Una pareja que no dio sus nombres dice que la
exhibición no vale la pena. Lo llaman un "robo de dinero".
Justo antes de la salida, la exhibición ofrece una tienda de
merchandising. Puedes comprar gorras de béisbol Arte de Banksy a 25 dólares,
imanes Arte de Banksy a 10 dólares y naipes Arte de Banksy a 20 dólares. Por
encima de todo esto, una cita de Banksy está grabada en la pared: “No podemos
hacer nada para cambiar el mundo hasta que el capitalismo se derrumbe. Mientras
tanto, todos deberíamos ir de compras para consolarnos”.
Sabes, tal vez me regale un paraguas Arte de Banksy de 80
dólares.
Fuente: The Crimson/ Traducción: Maggie Tarlo