Cuando los refugiados políticos devienen en refugiados climáticos


Linda Poon


El cambio climático se convirtió en un impulsor cada vez más contundente para la migración en América Latina, que exacerba la crisis humanitaria de las personas que huyen de la inestabilidad social, económica y política. Los alcaldes de la región mencionaron esta colisión de migraciones como una de las principales preocupaciones en la reciente Cumbre de Ciudades de las Américas, en Denver, ya que algunas ciudades absorben nuevos residentes que no están bien equipados para mantenerlos, mientras que otras luchan por retener la población.

El aumento de las temperaturas y el clima extremo pueden acrecentar el número de familias desplazadas no solo al hacer que vecindarios enteros sean vulnerables a los desastres, sino también al amenazar la seguridad alimentaria y del agua, y trastornar los medios de subsistencia de las personas. En algunos casos, algunos de los migrantes más vulnerables socioeconómicamente terminan moviéndose de una zona de riesgo a otra.

“¿Dónde encuentran un hogar? Invaden áreas que son las más vulnerables al cambio climático”, dijo el alcalde Jaime Pumarejo de Barranquilla, Colombia.

La ciudad portuaria es un destino popular para los migrantes y refugiados desplazados por la inestabilidad política, con una décima parte de su población compuesta por personas que migraron en los últimos tres años. Muchos que huyen de la violencia política en Venezuela terminaron mudándose a asentamientos informales que son susceptibles a las marejadas ciclónicas y al aumento del nivel del mar, dijo Pumarejo.

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En un informe de 2022 del Centro de Migración Mixta que examina la recepción e inclusión de migrantes en la ciudad, el 65% de más de 300 migrantes encuestados informaron vivir en viviendas informales, y el 44% citó la falta de recursos financieros como una barrera para encontrar un refugio formal.

Pumarejo, quien también forma parte de grupos de defensa como el Consejo de Migración Climática y el Consejo de Migración de Alcaldes, habló con Bloomberg CityLab en la cumbre de Denver, donde USAID anunció una inversión de $1 millón para ayudar a las ciudades de América Latina y el Caribe a encontrar soluciones a la migración climática. Incluyen la creación de empleos verdes, la reducción del desplazamiento y el traslado de migrantes fuera de las áreas propensas a riesgos.

Como en muchos lugares, la rápida urbanización y el crecimiento de la población han impulsado la expansión de los desarrollos de viviendas informales de Barranquilla, con algunas de las comunidades más riesgosas ubicadas a lo largo del río. “Son áreas que están cerca de la costa y que muchas veces experimentan inundaciones y derrumbes”, dijo Pumarejo. La densidad, las estructuras de mala calidad y la falta de infraestructura básica en estos barrios exacerban aún más su vulnerabilidad climática.

“Acabamos de tener, en Barranquilla, el nivel de precipitación más alto en nuestra historia el año pasado, y esperamos que el próximo año tengamos una sequía severa”, dijo, y agregó que el tamaño de los asentamientos informales de la ciudad solo seguirá creciendo a medida que estos eventos desplacen a más personas. Eso, a su vez, invade aún más los bosques de la región, empeorando los impactos del cambio climático. “En cierto sentido, la mayor amenaza para la biodiversidad y nuestros bosques en América Latina no es la extracción de petróleo y gas: es agricultura ilegal, es minería ilegal y es vivienda ilegal”, dijo.

Entre las principales prioridades climáticas de Pumarejo está preservar lo que queda del entorno natural circundante e implementar medidas de adaptación. Eso incluye esfuerzos para restaurar los pantanos y manglares de la ciudad, que pueden proteger la costa de fuertes vientos, inundaciones y erosión costera.

Pumarejo también enfatizó la necesidad de poner a los migrantes en una “hoja de ruta hacia el empleo” y la “autosustentabilidad” para ayudarlos a salir de las áreas vulnerables. La mayoría de los migrantes encuestados por el Centro de Migración Mixta informaron que solo obtienen empleo informal en Barranquilla y no ganan lo suficiente para cubrir las necesidades básicas del hogar. Más del 80% mencionó la falta de documentos, como un diploma o registros laborales, como una barrera para encontrar trabajos estables, y el 55% mencionó la falta de oportunidades.

Las mismas iniciativas para proteger la ciudad contra el cambio climático pueden ayudar y preservar y crear oportunidades laborales, dijo Pumarejo. La restauración de las marismas puede ayudar a preservar los medios de subsistencia de los pescadores, por ejemplo, y la adición de parques urbanos puede crear un espacio para que florezcan los mercados locales. “No menos importante es lograr que estas personas que vienen a nuestra ciudad encuentren inclusión, para que se conviertan en parte del motor económico y, por lo tanto, no sean una carga”, dijo.

 

Pérdida de población en La Palma

Los impactos del cambio climático se han desarrollado de manera diferente en La Palma, un pequeño pueblo montañoso en El Salvador donde los agricultores, como muchos en América Central, migran a otros lugares debido a que las lluvias extremas y la sequía devastan su cosecha. Muchos se fueron a la capital, San Salvador, mientras que otros cruzaron a Estados Unidos, lo que provocó una rápida pérdida de población, dijo la alcaldesa Maribel Escobar a través de un intérprete en la cumbre de Denver.

Su principal desafío ahora es convencer a los residentes para que se queden, ayudándolos a encontrar trabajo en otros sectores de La Palma, a saber, el turismo y la producción de artesanía local, que incluye madera y semillas de copinol pintadas en el estilo naif característico de la ciudad.

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También ha establecido programas que enseñan habilidades relacionadas con el trabajo, incluido el inglés como segundo idioma, para docenas de jóvenes que podrían ayudar a atraer empresas extranjeras a la ciudad o permitirles iniciar su propio negocio. Pero dice que necesita obtener más fondos para tales iniciativas y capital inicial para ayudar a los participantes del programa a establecer sus negocios.

Al mismo tiempo, Escobar reconoce que para retener a la gente, la ciudad también tiene que mejorar los servicios básicos como su infraestructura de agua. La Palma depende del río Lempa, que proporciona agua a más de un millón de personas en tres países, pero está muy contaminado por la gestión inadecuada de residuos en los centros urbanos cercanos.

“No hay tratamiento para el agua que usamos, y eso también afecta la producción agrícola”, dijo. Su otra gran prioridad es instalar una planta de tratamiento de agua, que costará al menos $40 millones.

Escobar pronto se postulará para la reelección, y el resultado afectará cuánto de sus objetivos puede lograr. “Existe un gran riesgo de que todo esto sea una pérdida de tiempo y esfuerzo si nadie sigue buscando esas oportunidades”, dijo. “Especialmente en términos ambientales”.

Fuente: CityLab/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez

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