El valor del diseño emocional de las ciudades
¿Cuándo fue la última vez que caminaste por una calle con
edificios nuevos y sentiste algo positivo? ¿O algo en lo absoluto?
Los edificios modernos se volvieron aburridos: planos,
sencillos, brillantes, rectangulares, monótonos, anónimos, sin carácter y soporíferos.
En el mejor de los casos, estas estructuras no nos hacen sentir nada. En el
peor de los casos, pueden tener un impacto negativo en nuestra salud mental y
estrés físico. Por ejemplo, en 1984, Roger Ulrich, investigador de diseño de
atención médica, realizó un estudio pionero que demostró que una habitación con
vista a la naturaleza aceleraba la recuperación postoperatoria de los
pacientes. Hoy en día, hay mucha más evidencia que muestra que un mal diseño
puede tener una variedad de consecuencias negativas, con estudios que prueban
que puede causar estrés mental e incluso conducir a la delincuencia y al
comportamiento antisocial.
Para 2050, siete de cada diez personas en el mundo vivirán
en una ciudad. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos del mundo
moderno, seguimos creando espacios sin alma que no reflejan nada de este genio.
Ya sea que te encuentres en el centro de Hong Kong, el distrito financiero de
París o el centro de Toronto, el toque humano ha desaparecido del diseño urbano
mientras crece el aislamiento social y las personas se sienten cada vez más
abrumadas y agotadas.
Sin embargo, creo que el cambio está llegando. Antes podías
salirte con la tuya pensando “menos es más”. Ahora está quedando claro que la
emoción es importante al diseñar edificios y espacios urbanos.
📢Suscríbete a nuestro newsletter semanal.
En 2023, las ciudades comenzarán a despertar al valor de la
emoción. Los arquitectos y diseñadores comenzarán a adoptar la idea de que la
calidad estética y la diversidad de los edificios afectan profundamente
nuestros sentimientos y tienen el poder de levantarnos el ánimo, involucrarnos
y conectarnos.
Los directores ejecutivos, minoristas, desarrolladores y
arquitectos comenzarán a pensar más en cómo la planificación urbana puede atraer,
involucrar e inspirar. Lo aburrido, poco a poco, dejará de ser competitivo. Las
empresas con visión de futuro comenzarán a responder cambiando la forma en que
encargan nuevos edificios. Ya empezaron a aparecer ejemplos, desde Leeds, donde
Acme Studio infundió personalidad y dio nueva vida a un sitio industrial
abandonado, hasta Burkina Faso, donde Kéré Architects creó un centro de salud conmovedor
en la ciudad de Leo.
La emergencia climática acelerará este cambio. La
construcción es uno de los mayores contaminantes del planeta: el 38 por ciento
de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía en 2018 fueron generadas
solo por el sector. Cada año se demuele en los Estados Unidos un área equivalente
al tamaño de Washington. En Gran Bretaña, el edificio comercial promedio está
condenado a ser demolido antes de cumplir los cuarenta años. En 2023 veremos
una creciente indignación por el despilfarro de este enfoque de la
planificación urbana.
Las preocupaciones individuales por la salud del planeta
jugarán su parte. Las olas de calor ya han resultado en llamados para hacer que
nuestras calles sean más verdes. En 2023, el movimiento global para plantar más
árboles en las ciudades se fortalecerá aún más. La infraestructura verde se
entenderá como una infraestructura nacional crítica, al igual que la energía y
el transporte, y tendremos un árbol para cada persona en cada ciudad del mundo.
En 2023 finalmente comenzaremos a unir los puntos entre
construir lugares que la gente ame y proteger el planeta. La pasión por los
lugares que nos rodean será clave para diseñar calles y edificios llenos de
detalle, invención y tridimensionalidad. Estos espacios nuevos y radicalmente
humanos serán apreciados y servirán a cada residente y visitante durante muchos
años, en lugar de unirse al cementerio de estructuras monótonas que a ninguno
de nosotros realmente le importó cuidar.
Fuente: Wired/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez