El noble incaico que desafió la historia española


Por Ena Alvarado

 

Durante casi trecientos años, uno de los textos más importantes e idiosincrásicos de la literatura indígena americana permaneció olvidado, acumulando polvo en algún rincón abandonado de la Biblioteca Real Danesa. En 1908, un académico alemán lo encontró: El primer nueva corónica y buen gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala, un manuscrito ilustrado escrito en español, quechua y aymara, probablemente entre 1587 y 1613.



“Es una historia del Perú precolombino, la conquista española y el posterior régimen colonial”, explica Ralph Bauer, experto en estudios culturales de las primeras Américas. A primera vista, la obra de Guaman Poma parece obedecer cuidadosamente las convenciones de la crónica de Indias (historia de las Américas), un género español que surgió en el siglo XVI. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los escritores de estas crónicas, Guaman Poma acusó "los abusos del régimen colonial e [insistió] en que América tenía una historia legítima antes de la conquista".

Más que nada, Guaman Poma, hijo de una noble familia inca y posiblemente traductor, esperaba convencer a las autoridades imperiales de que detuvieran su proyecto colonial en su Perú natal. Para lograr esto, tuvo que trabajar estratégicamente "dentro del contexto imperial, insertando su texto en los debates del siglo XVI y principios del XVII sobre las ideas en disputa del imperio".

Rica en detalles contextuales, la investigación de Bauer ilustra cómo la cuestión del expansionismo español dividió a Europa en dos campos: los que apoyaban la conquista violenta y los que se oponían a ella. Los primeros (en su mayoría conquistadores y sus descendientes) creían que los grupos indígenas eran "'esclavos naturales' en el sentido aristotélico, que sus gobiernos se basaban en la 'tiranía' y sus prácticas culturales eran de una 'crueldad' antinatural". Estos últimos (en su mayoría misioneros dominicanos) observaron que el paganismo de las comunidades indígenas no equivalía a una esclavitud natural. En su mayor parte, sus miembros no se habían resistido a la cristianización, y eso era lo que más importaba. Para los españoles conquistadores, América era análoga a la recién recuperada Granada, que había sido poblada por moros, es decir, infieles dignos de expulsión o subyugación. Para los españoles anticonquista, América era vista como Holanda o Italia, territorios soberanos bajo la protección de la corona católica.

Para demostrar que el Perú merecía el estatus de reino autónomo y, por lo tanto, debía evitar la conquista y la colonización, Guaman Poma tuvo que reivindicar la historia de su pueblo. Los europeos tenían una comprensión corrupta del pasado indígena, argumentó, porque no habían consultado las fuentes esenciales de los quipus. Se trataba de coloridos hilos anudados que las sociedades andinas utilizaban para registrar eventos importantes y preservar la información administrativa. Como demuestra Bauer, Guaman Poma invocó el quipus en un esfuerzo por redefinir la posición de Perú en el Imperio español, desacreditando, de paso, las nociones esencialistas de la diferencia de los indígenas americanos.

Con miras a la persuasión, Guaman Poma hizo todo lo posible por emplear los recursos retóricos de la Europa del Renacimiento. A falta de una herencia textual, buscó legitimar su autoridad a través de los quipus. ¿Tuvo éxito en lograr su aparente objetivo? Tal vez no. El primer nuevo corónica y buen gobierno fue dedicado a Felipe III, rey de España, y es muy posible que nunca lo haya leído ni sabido de su existencia. Pero aun así, Guaman Poma dejó un objeto único que socava las primeras versiones de la historiografía española en América. Las hermosas ilustraciones que acompañan a su escritura, casi 400 en total, muestran las escenas a menudo brutales de hombres “asesinados, abusados, explotados y torturados por funcionarios coloniales y de mujeres violadas por las autoridades españolas”. Después de tres siglos de absoluto silencio, Guaman Poma finalmente pudo hablar, dando testimonio sin trabas de la historia y la realidad de su pueblo.

Fuente: JStor

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