Mapeando los barrios marginales


Por Alina Klingsmen 
Universidad Drexel


Las Naciones Unidas estiman que más de mil millones de personas viven en barrios marginales en todo el mundo. Sin embargo, la geografía de la vida en los barrios marginales ha estado mal definida durante mucho tiempo. Desde las favelas de Brasil hasta los ranchos fuera de París, estas áreas se representan en los mapas oficiales como polígonos vacíos etiquetados como "zonas informales" o "áreas de desarrollo", si es que están etiquetados, informa Tony Frangie Mawad en CityLab: “Cuando Alejandro Velásquez utilizó recientemente un sitio web de búsqueda de empleo para encontrar trabajo, se le pidió que ubicara su casa en un mapa digital. No pudo hacerlo porque su casa no aparecía en ella; vive en La Vega, un barrio pobre de Caracas, la ciudad más grande de Venezuela. Agregó la dirección de un familiar, pero todas las opciones de trabajo estaban lejos de casa. Su vecindario, al igual que miles de barrios marginales en el sur global, apenas está representado en los mapas”.



Los barrios marginales apenas aparecen mapeados, por no mencionar que se discute cómo llamarlos. En el mejor de los casos, acaban etiquetados como barrios populares: “Los espacios donde la pobreza se concentra y se estigmatiza, donde la extracción económica y el ostracismo social configuran el sistema del gueto”, escribe Marcelo Pisarro en Ciencias Pardas. Ahora a esos espacios marginales —villas, asentamientos— se los llama barrios populares. Al reparar en la narración del Covid-19, señala Pisarro, notó la narración de una otredad, “una pandemia que ocurría en un mundo de barrios populares, sectores populares, centros populares, viviendas populares, comedores populares, culturas populares. Nadie ―o casi nadie, siempre hay espíritus incorregibles― omitía el término ‘popular’ para referirse a esa pandemia-otra, a esa pandemia al margen de la pandemia.”

Es la noción de margen lo que permanece. Tony Frangie Mawad recuerda: “Nací y crecí en Caracas, la capital de Venezuela, una metrópolis viva pero muy desigual. Según algunas estimaciones, más de la mitad de la población de Caracas vive en barrios marginales, que se asientan en las laderas que rodean los rascacielos y carreteras como una ciudad de chabolas paralela. De hecho, muchos consideran que el barrio de la ladera de Petare es uno de los más grandes del mundo. Ver los barrios marginales desde el lado formal de la ciudad, donde yo vivía, siempre era abrumador: cientos de miles de casitas apiladas unas encima de otras, organizadas por cientos de callejones y caminos pequeños”.

Y agrega: “No es ningún secreto que los funcionarios del censo no profundizan en estas áreas, por lo que nadie conoce realmente la población real de toda la ciudad. De hecho, los mapas de Caracas tienden a incluir solo las calles principales de los barrios marginales, por lo que parecen periferias desnudas y no las áreas densamente pobladas que son. Este es un problema en todo el mundo, particularmente en los grandes asentamientos informales en el sur global. Sin nombres de calles o edificios en plataformas como Google Maps, las lagunas de información mantienen oculto a los forasteros gran parte del paisaje de los barrios marginales. Para los residentes, dificulta el acceso a los beneficios y servicios del desarrollo urbano, como carreteras, conexiones de agua, saneamiento e Internet”.

Investigadores y residentes en docenas de países están tratando de abordar este problema. En Caracas, un grupo de investigadores y estudiantes registró las calles y negocios del barrio pobre de San Miguel de la Vega utilizando computadoras portátiles y teléfonos inteligentes, luego subió la información a OpenStreetMap, la plataforma de mapeo de código abierto. En Perú, la organización i’mappin está recopilando datos sobre los servicios disponibles o faltantes en asentamientos informales que pueden ayudar a las ONG humanitarias, las empresas y el gobierno a mejorar la vida de los residentes. Humanitarian OpenStreetMap Team (HOT), una ONG internacional dedicada al mapeo de código abierto con fines humanitarios y de desarrollo, ayudó a docenas de proyectos similares en todo el mundo, incluidos campos de refugiados en Botswana y una organización de derechos a la vivienda en Namibia. La cartografía digital puede mejorar el acceso y el desarrollo de los servicios, como ha demostrado el proyecto Map Kibera en Kenia al proporcionar información geográfica a ONG y activistas que han mejorado con éxito las conexiones de agua y el número de escuelas en barrios marginales fuera de Nairobi.

Es la distancia inmensa entre estar en el mapa y estar fuera del mapa, de todos los mapas, de cualquier mapa.

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