Cinco propuestas para adaptar las ciudades a la infancia

 
Ana Maria Novella Cámara 
Universidad de Barcelona

 

La plaza es ese espacio público donde se encuentra la ciudadanía. Es un espacio donde compartir, conversar, intercambiar y disfrutar del tiempo libre, entre otras cosas. Desde la Antigua Grecia, la plaza ha sido un espacio de reunión donde ocuparse colectivamente de lo común. Aunque era un espacio reservado para los hombres.

A día de hoy, la plaza es, o debería ser, un lugar accesible del que disfruta cualquiera en su tiempo libre. Sin embargo, el pedagogo italiano Francesco Tonucci plantea dudas sobre que sea así. Tonucci denuncia que las plazas y las ciudades son espacios que están más pensados para los adultos que para la infancia.

¿Tienen las niñas, los niños y los adolescentes de hoy espacios donde encontrarse en su ciudad? La respuesta es sí o, al menos, sí deberían. La infancia tiene espacios de encuentro donde disfrutar de sus derechos como ciudadanía, pero podría y debería tener más y mejores. Sobre todo, implicándose en su creación y mejora desde el principio.

 

Espacio de encuentro

La ciudad es un espacio de convivencia. Algunas de sus funciones son la socialización, el desarrollo de la cultura y la formación de la ciudadanía. En ella tienen lugar vivencias y experiencias que favorecen la construcción de valores democráticos.

La infancia se vincula a su ciudad en la medida en que disfruta y se implica en ella. La ciudad para la infancia es algo más que un espacio donde habitar y transitar. Es un lugar donde encontrarse, jugar, crecer y participar. Pero sobre todo, donde pasarlo bien, sentirse segura y sentirse bien tratada.

 

Salvar los obstáculos

En algunas ocasiones, la sobreprotección adulta es un obstáculo para que la infancia disfrute del espacio. En otras ocasiones, el obstáculo persistente es la preferencia que se da a los vehículos privados frente las necesidades de las personas.

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A menudo, se anteponen ciertos intereses económicos ante necesidades tan básicas como es el juego para la infancia. No es casualidad que en las plazas predominen los metros cuadrados de terrazas y se prohíban determinados juegos infantiles.

Pero la ciudad debe garantizar que la infancia tenga espacios de calidad para encontrarse. Resulta fundamental introducir mejoras urbanas que sitúen a la infancia en el centro de ciudad. También es imprescindible que la ciudad garantice que todos los niños y las niñas tengan espacios de encuentro donde disfrutar de su tiempo libre.

 

¿En qué espacios se reúne la infancia?

La infancia se reúne alrededor de los espacios donde pasa gran parte de su tiempo, cómo puede ser su escuela o su hogar. En estos espacios de reunión, la infancia busca desconectar de las obligaciones y rutinas que ocupan la mayoría de sus horas.

Por ello, es habitual que al salir de la escuela tengan un punto de encuentro donde hablar de sus cosas, desarrollar sus juegos, hacer planes o idear nuevas experiencias. Acostumbran a ser espacios que esquivan la mirada adulta. Deberían ser, aunque no siempre es así, espacios alejados de ruidos, libres de humos, con iluminación, ricos en vegetación, con fuentes y papeleras, con mobiliario urbano que les facilite disfrutar juntos.

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El tipo de actividad que deciden desarrollar en ese tiempo marcará la elección del espacio. En estos espacios de encuentro, es fundamental que se refuercen los vínculos con los iguales, se garantice su autonomía, se promueva la libertad de movimientos, se incremente su imaginación y se refuerce su identidad ciudadana. En cualquier caso, los niños y las niñas han de sentir que la ciudad es para ellos y ellas.

 

Mejorar los espacios donde relacionarse

Cada vez hay más experiencias que implican a los niños y las niñas en la mejora de sus espacios de encuentro. Estas experiencias comparten una premisa fundamental: que la infancia es ciudadanía activa, capaz de tomar parte y partido en la mejora de su entorno.

  1. Los “patios abiertos”: se usa el patio escolar como punto de encuentro en el fin de semana y en periodo de vacaciones. La escuela se establece como espacio social y educativo donde pasarlo bien fuera del horario escolar. Esta iniciativa amplía el mapa de espacios de encuentro. En ocasiones va acompañada de la incorporación de un profesional. Esta figura velará por potenciar relaciones positivas entre iguales, promover experiencias educativas diversas y cuidar las instalaciones.
  2. La “ciudad jugable”: amplía las oportunidades de juego que ofrece la ciudad a la infancia y propone experiencias para su desarrollo y crecimiento. Toda la ciudad se concibe como escenario de juego.
  3. Mapeo de los espacios de ocio: los chicos y las chicas sitúan en un mapa de su ciudad o barrio los espacios de encuentro que usan. El proceso de identificación y análisis colaborativo favorece conocer qué espacios son realmente importantes para ellos. Mediante la conversación, se identifican posibles mejoras y se promueve la responsabilidad por mantenerlos en óptimas condiciones. Se invita a los niños y las niñas a hacer un diagnóstico participativo a partir del cual buscar soluciones conjuntamente.
  4. Espacios de cocreación de la ciudad: la metodología del codiseño son procesos de participación que implican a la infancia en la definición de los espacios en función de sus usos. Algunas experiencias más frecuentes tienen que ver con el codiseño de parques infantiles o con los entornos de las escuelas.
  5. Los consejos municipales de la infancia y la adolescencia_: estos grupos de niñas y niños organizados se reúnen con cierta regularidad para abordar temas de su ciudad que consideran que podrían mejorarse. Colaboran con el equipo de gobierno para que la ciudad sea un espacio que dé respuesta a sus necesidades. Es una de las formas de hacer colaborativa entre el municipio y la infancia para la definición de la ciudad como espacio de relación.

La infancia y la adolescencia pueden ser participantes activos en la definición de sus espacios de convivencia y relación. Las oportunidades de implicarse en estas prácticas les permiten incrementar su experiencia como ciudadanía comprometida con su entorno y su comunidad. En estas vivencias incrementan sus competencias ciudadanas y su autonomía. A la vez que contribuyen a mejorar su ciudad.

Fuente: The Conversation

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