Una manera sencilla de enfriar una ciudad


Elissaveta M. Brandon


Hace tres años, el equipo de impacto comunitario de la firma global de diseño, arquitectura y planificación Gensler se propuso encontrar respuestas a una pregunta que surge en la mente de todo arquitecto cuando una ola de calor azota una ciudad: ¿Cuál es la forma más rápida y más barata de enfriar nuestras ciudades? O como lo expresó Amanda Stone, especialista en impacto comunitario de Gensler y directora de investigación del proyecto: "¿Cómo podemos desarrollar un proceso de diseño para crear soluciones para el entorno construido que combatan el calor extremo?"

La respuesta que se le ocurrió a Gensler (una estructura de sombreado adaptable que se puede configurar para adaptarse a diferentes tipos de espacios públicos) no es de ninguna manera una solución milagrosa que ayudará a enfriar las ciudades de todo el mundo. Pero vale la pena detenerse en el proceso que lo generó, que podría (y debería) convertirse en un modelo para cualquier diseñador o planificador urbano que trabaje con comunidades locales.

Después de recibir tres subvenciones de investigación interna para explorar más profundamente la cuestión, el equipo de Gensler se puso a trabajar, pero descubrió que responder a la pregunta original de Stone (que pone énfasis en el proceso, no en el resultado) resultaba en una solución demasiado amplia y compleja para surgir únicamente de un equipo. Y así, circuló a través de la red más amplia de diseñadores e investigadores de Gensler, quienes luego recurrieron a sus propias redes en busca de socios comunitarios que quisieran participar.

Una de esas comunidades estaba en la ciudad costarricense de Curridabat, que sufre desde hace años las consecuencias del cambio climático. Paula Badilla, especialista en sostenibilidad de la oficina de Gensler en Costa Rica y líder regional de resiliencia para América Latina, explica que Curridabat ya contaba con un sólido plan de acción climática y había estado midiendo cosas como su índice de vulnerabilidad al calor, los efectos de las islas de calor urbano y el riesgo de inundaciones en todo el municipio. Pero el equipo no se basó simplemente en esos puntos de datos para informar el proceso de diseño: de hecho, preguntaron a los residentes dónde sentían más calor.

Quizás no sea sorprendente que los mapas de calor y las respuestas de los residentes no siempre coincidieran, por lo que en Curridabat, la comunidad eligió las tres ubicaciones finales basándose en sus propias experiencias de la ciudad: justo afuera de un centro de desarrollo humano, cerca de un campo deportivo y en un skatepark con un árbol solitario.

En esas tres ubicaciones, el equipo desarrolló un resumen para una estructura de sombreado, que convirtieron en una competencia interna para diseñar cómo se vería. Más de ochenta personas participaron en las oficinas latinoamericanas de Gensler. El diseño ganador cumplía todos los requisitos: era modular y, por lo tanto, podía adaptarse a todas las ubicaciones de los árboles; fue bastante fácil para la comunidad construirlo (y sentir un sentido de propiedad en el proceso); y podría fabricarse con prácticamente cualquier material que se encuentre localmente: en este caso, bambú, cuerda y lona. Como beneficio adicional, también podría proporcionar algo más que sombra: los residentes podrían usar el lienzo como pantalla de proyección o reemplazarlo por completo con arte o un enrejado para la hiedra.

Para medir el impacto que tendrá la estructura en la comunidad y cómo experimentan el calor, el equipo planea instalar rastreadores de humedad y temperatura en las tres estructuras y luego los monitoreará durante los próximos tres meses. También esperan instalar cámaras tipo CCTV para comprender quién utiliza las estructuras (¿niños, adolescentes, padres?) y para qué las utilizan. Por supuesto, podrían encuestar a los residentes en unos meses, pero como señala la directora del proyecto, Ana Thomas: “Cuando le preguntas a la gente, te dicen cosas que quieres escuchar, pero necesitamos la información correcta sobre cómo se sienten realmente”.

De cualquier manera, los hallazgos no solo servirán de base para futuras iteraciones, sino que también servirán como validación para la comunidad. "Lo único bueno que he visto en términos de lo que realmente funciona es el intercambio de conocimientos", afirma Stone. "Se trata de recopilar datos, recopilar las mejores prácticas y compartirlas con los miembros de la comunidad, no mantenerlas aisladas".

Fuente: FastCompany/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez 

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