Una manera sencilla de enfriar una ciudad
Hace tres años, el equipo de impacto comunitario de la firma
global de diseño, arquitectura y planificación Gensler se propuso encontrar
respuestas a una pregunta que surge en la mente de todo arquitecto cuando una
ola de calor azota una ciudad: ¿Cuál es la forma más rápida y más barata de
enfriar nuestras ciudades? O como lo expresó Amanda Stone, especialista en
impacto comunitario de Gensler y directora de investigación del proyecto:
"¿Cómo podemos desarrollar un proceso de diseño para crear soluciones para
el entorno construido que combatan el calor extremo?"
La respuesta que se le ocurrió a Gensler (una estructura de
sombreado adaptable que se puede configurar para adaptarse a diferentes tipos
de espacios públicos) no es de ninguna manera una solución milagrosa que
ayudará a enfriar las ciudades de todo el mundo. Pero vale la pena detenerse en
el proceso que lo generó, que podría (y debería) convertirse en un modelo para
cualquier diseñador o planificador urbano que trabaje con comunidades locales.
Después de recibir tres subvenciones de investigación
interna para explorar más profundamente la cuestión, el equipo de Gensler se
puso a trabajar, pero descubrió que responder a la pregunta original de Stone
(que pone énfasis en el proceso, no en el resultado) resultaba en una solución demasiado
amplia y compleja para surgir únicamente de un equipo. Y así, circuló a través
de la red más amplia de diseñadores e investigadores de Gensler, quienes luego
recurrieron a sus propias redes en busca de socios comunitarios que quisieran
participar.
Una de esas comunidades estaba en la ciudad costarricense de
Curridabat, que sufre desde hace años las consecuencias del cambio climático.
Paula Badilla, especialista en sostenibilidad de la oficina de Gensler en Costa
Rica y líder regional de resiliencia para América Latina, explica que
Curridabat ya contaba con un sólido plan de acción climática y había estado
midiendo cosas como su índice de vulnerabilidad al calor, los efectos de las
islas de calor urbano y el riesgo de inundaciones en todo el municipio. Pero el
equipo no se basó simplemente en esos puntos de datos para informar el proceso
de diseño: de hecho, preguntaron a los residentes dónde sentían más calor.
Quizás no sea sorprendente que los mapas de calor y las
respuestas de los residentes no siempre coincidieran, por lo que en Curridabat,
la comunidad eligió las tres ubicaciones finales basándose en sus propias
experiencias de la ciudad: justo afuera de un centro de desarrollo humano,
cerca de un campo deportivo y en un skatepark con un árbol solitario.
En esas tres ubicaciones, el equipo desarrolló un resumen
para una estructura de sombreado, que convirtieron en una competencia interna
para diseñar cómo se vería. Más de ochenta personas participaron en las
oficinas latinoamericanas de Gensler. El diseño ganador cumplía todos los
requisitos: era modular y, por lo tanto, podía adaptarse a todas las
ubicaciones de los árboles; fue bastante fácil para la comunidad construirlo (y
sentir un sentido de propiedad en el proceso); y podría fabricarse con
prácticamente cualquier material que se encuentre localmente: en este caso,
bambú, cuerda y lona. Como beneficio adicional, también podría proporcionar
algo más que sombra: los residentes podrían usar el lienzo como pantalla de
proyección o reemplazarlo por completo con arte o un enrejado para la hiedra.
Para medir el impacto que tendrá la estructura en la
comunidad y cómo experimentan el calor, el equipo planea instalar rastreadores
de humedad y temperatura en las tres estructuras y luego los monitoreará
durante los próximos tres meses. También esperan instalar cámaras tipo CCTV
para comprender quién utiliza las estructuras (¿niños, adolescentes, padres?) y
para qué las utilizan. Por supuesto, podrían encuestar a los residentes en unos
meses, pero como señala la directora del proyecto, Ana Thomas: “Cuando le preguntas
a la gente, te dicen cosas que quieres escuchar, pero necesitamos la
información correcta sobre cómo se sienten realmente”.
De cualquier manera, los hallazgos no solo servirán de base
para futuras iteraciones, sino que también servirán como validación para la
comunidad. "Lo único bueno que he visto en términos de lo que realmente
funciona es el intercambio de conocimientos", afirma Stone. "Se trata
de recopilar datos, recopilar las mejores prácticas y compartirlas con los
miembros de la comunidad, no mantenerlas aisladas".
Fuente: FastCompany/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez