El mapa más detallado de la Antártida jamás hecho
Si tuvieras que hacerlo, ¿cómo removerías 6.5 millones de
millas cúbicas de hielo de la Antártida? En verdad, tienes dos opciones: Por un
lado, podrías acelerar dramáticamente el calentamiento del mundo para convertir
el continente más austral de la Tierra en un reino reseco. Por otro lado,
podrías pasar varias décadas recorriéndolo con aviones, motos de nieve y gente
armada con algunas piezas de tecnología extremadamente geniales.
Afortunadamente, cuando un grupo de científicos se propuso responder esta
pregunta, eligieron la segunda opción, en parte para comprender lo que podría suceder
en caso de que el cambio climático conduzca a la primera.
En marzo, un equipo internacional de científicos liderado
por el British Antarctic Survey publicó el mapa de más alta resolución del
inframundo geológico de la Antártida jamás realizado. Puede que nos resulte
familiar como un paisaje helado, pero ese hielo no siempre estuvo allí. De
hecho, el hielo es la cobertura relativamente nueva sobre una antigua base
rocosa que ha estado allí durante cientos de millones, si no miles de millones,
de años. Ahora cualquiera puede echarle un vistazo, gracias a una tecnología
que vio directamente a través de todo ese hielo.
El mapa revela el lecho rocoso de la Antártida con una
claridad sorprendente. Cañones profundos, con forma de cicatrices, serpentean
alrededor de colosales cordilleras. Algunas zonas bajas se encuentran tan abajo
que en realidad están por debajo del nivel del mar actual. El hielo sobre una
grieta en particular tiene casi tres millas de espesor, eso es 15 veces la
altura del Shard en Londres, uno de los rascacielos más altos de Europa.
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Pero esto es más que hacer un mapa visualmente impactante.
Gran parte del hielo de la Antártida se está derritiendo gracias a la
implacable predilección de la humanidad por los combustibles fósiles. Saber
dónde el hielo es delgado y vulnerable, y poder ver dónde su agua de deshielo
fluirá hacia el océano, da pistas a los glaciólogos y científicos del clima
sobre cómo la mayor colección de hielo (que se derrite) de la Tierra cambiará
los niveles del mar en todo el mundo.
Antes de convertirme en periodista científico, fui
vulcanólogo, así que estoy acostumbrado a ver mapas que iluminan las partes
misteriosas y abisales del planeta. He vislumbrado representaciones de la
laberíntica corteza terrestre llena de depósitos de magma incandescente; he
visto ilustraciones de colosales plumas de roca fluyendo y elevándose a través
del extraño manto inferior. Estos no son solo bocetos vagos, sino pinturas cada
vez más detalladas. Surgen no por el poder de la imaginación, sino por el poder
de la geofísica. Utilizando cosas como las ondas sísmicas —que atraviesan y
rebotan en la roca sólida— los científicos pueden tener una idea de lo que está
sucediendo donde no podemos verlo, en las profundidades bajo la superficie de
la Tierra.
Cuanto más profundo vas, menor es la resolución. Las ondas
sísmicas que rebotan contienen información sobre sus viajes, pero gran parte de
ella está abierta a la interpretación. Así que cuando veo algo como el nuevo
mapa del lecho rocoso antártico del British Antarctic Survey, no puedo evitar
sentirme feliz; resulta que es mucho más fácil mirar a través del hielo que ver
a través de la roca.
Eso no quiere decir que crear este mapa antártico fuera
fácil. Ni mucho menos. Una pista se puede encontrar en su nombre,
"Bedmap3", que significa que es la tercera versión de este mapa. La
primera versión, creada a principios de la década de 2000, se realizó
utilizando media década de estudios que analizaron el espesor del hielo de la
Antártida. La segunda iteración, publicada una década después, utilizó un
conjunto de métodos de estudio más modernos para mejorar la resolución y la
profundidad del original. Y ahora, en 2025, tenemos la tercera versión, que
utiliza técnicas aún más refinadas para agregar mucha información tridimensional
a la anterior.
Los investigadores detrás de Bedmap3 casi han perdido la
cuenta de todos los diferentes métodos que los científicos han utilizado para
medir la forma del hielo antártico y para mirar a través de él. Para mapear las
características de la superficie del hielo, los científicos han utilizado
aviones y satélites para disparar láseres al hielo y luego esperaron a ver
cuánto tardaban esos láseres en regresar a la fuente. Eso se puede utilizar
para determinar una distancia. Haz eso suficientes veces y podrás crear un mapa
topográfico muy preciso del gélido continente. Esto se ha complementado con
algo llamado análisis de imágenes ópticas, una forma elegante de decir que un
científico interpreta manualmente fotografías satelitales para trazar los picos
y valles del hielo.
La mayor parte de los nuevos datos que se utilizaron para
crear Bedmap3 provienen del radar de penetración de hielo, que hace exactamente
lo que piensas: dispara ondas de radio a través del hielo, que golpean los
cimientos rocosos antes de rebotar hacia los receptores en la superficie. Esto
revela la silueta del terreno geológico oculto debajo, así como el espesor del
hielo. Esta técnica, también conocida como sondeo de eco de radio (RES), se
llevó a cabo principalmente utilizando aviones. Pero se realizaron estudios RES
adicionales utilizando vehículos motorizados como motos de nieve y, según se
informa, algunos trineos tirados por perros.
Pero también se desplegaron otros instrumentos, incluidos
los diseñados para medir los campos de gravedad locales. Este método, conocido
como gravimetría, puede revelar si hay una concentración de masa debajo de tus
pies (por ejemplo, de una montaña, que crea una mayor atracción gravitacional)
o una falta de masa (de un valle, por ejemplo). Durante algunos de los trabajos
de campo recientes, también se utilizaron explosivos. Pequeñas detonaciones
sobre el hielo generaron ondas sísmicas, como terremotos artificiales; esas
ondas rebotaron a través del hielo, golpearon el lecho rocoso y finalmente
regresaron a los detectores en la superficie. Los científicos utilizaron estos
datos para crear un mapa sísmico del hielo y del techo del lecho rocoso
subyacente, al igual que los geofísicos utilizan terremotos (tanto naturales
como artificiales) para observar el interior geológico de la Tierra.
En total, el equipo recopiló la asombrosa cifra de 82
millones de puntos de datos individuales, revelando las profundidades
oscurecidas debajo de esa colosal capa de hielo con un detalle notable: desde
el Polo Sur hasta la Antártida Oriental, la arqueada y dentada Península
Antártica, y a lo largo de las irregulares montañas Transantárticas. El mapa
nos permite percibir el continente tal como era hace unos 35 millones de años.
En aquel entonces, habría estado libre de capas de hielo y, en cambio,
salpicado de parches de tundra y extensiones de exuberantes bosques de
coníferas. Ahora toda esa tierra está cubierta por 6.5 millones de millas
cúbicas de hielo.
Si todo ese hielo se derritiera hoy, elevaría el nivel global
del mar en casi 60 metros, un escenario apocalíptico que vería desaparecer bajo
las olas una plétora de islas, así como innumerables ciudades costeras (o de
baja altitud) en todo el mundo. El Cairo, Nueva York, Buenos Aires, Londres,
Venecia, Hong Kong y Sydney se convertirían en versiones de la vida real de la
Atlántida. Afortunadamente, eso no va a suceder de repente, pero gran parte de
este hielo se está derritiendo bajo el peso del cambio climático antropogénico.
Bedmap3 también revela que partes de la Antártida están más gravemente
amenazadas de lo que se pensaba anteriormente. Por ejemplo, los científicos han
espiado varios canales rocosos debajo de los bordes del continente; estas
entradas permiten que el agua cálida del océano fluya hacia trozos de hielo que
se derriten y que se encuentran inconvenientemente por debajo del nivel del
mar.
El cambio climático es, por supuesto, una mala noticia para
el planeta. Aunque los científicos tienen una idea sólida de cómo se
desarrollará en el futuro cercano, afinar sus cálculos es de vital importancia.
Los sofisticados modelos informáticos diseñados para calcular cómo están
conectados todos los sistemas de la Tierra —la atmósfera, los océanos, los
continentes, la biosfera, la humanidad, etc.— necesitan recibir los mejores
datos posibles sobre cada sistema individual para ser lo más precisos posible.
Bedmap3 es clave para comprender cómo un sistema, la pieza de hielo más
gigantesca del planeta, está reaccionando y contribuyendo al calentamiento
global.
Da la casualidad de que este mapa es también una maravilla
estética, una visión pictórica de una versión perdida hace mucho tiempo de la
Tierra que ningún humano ha visto jamás. Fue creado por la ciencia, claro. Pero
el resultado final es también un poco mágico.
Fuente: Atlas Obscura/ Traducción: Horacio Shawn-Pérez