Las ciudades están aprendiendo a envejecer con sus habitantes



Las personas envejecen. Todos sabemos eso. Pero muchas veces, la mayor parte de las veces, las ciudades no acompañan a sus adultos mayores. Investigadores de la Universidad de Manchester en Reino Unido están estudiando los temas de equidad asociados al envejecimiento global. En su nuevo libro Age-friendly Cities and Communities: AGlobal Perspective (Ciudades y comunidades favorables al envejecimiento: Una perspectiva global), Tine Buffel, Sophie Handler, y Chris Phillipson escribieron un “manifiesto para el cambio” que aboga por una mayor expansión de lo que se conoce como el movimiento de las ciudades adaptadas a las necesidades de las personas mayores, de modo que un mayor número de estos adultos pueda disfrutar de una mejor calidad de vida, especialmente aquellos con menos recursos y peor atención médica.

Este movimiento creció en los últimos años, especialmente desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en 2010 la RedMundial de Ciudades y Comunidades Adaptadas a las Personas Mayores. Hasta 2017, se registraron más de 500 urbes, desde Ámsterdam hasta Zushi, en Japón, con la promesa de instituir políticas que hicieran de sus comunidades mejores lugares en los que envejecer. En Estados Unidos, la entidad sin fines de lucro AARP ha colaborado con la OMS para asegurar 207 comunidades de ese tipo.


“Nos dimos cuenta de que la población mundial envejecía al mismo tiempo que la urbanización ganaba terreno”, observó  Phillipson. Según la OMS, el porcentaje de la población mundial con 60 años o más llegará a ser casi un cuarto de la población mundial para 2050 (hoy es de un 12%); para 2030, 3 de cada 5 personas vivirán en un área urbana (hoy son poco más de una cada dos).
Las ciudades y comunidades en la red impulsaron proyectos para responder a las necesidades de sus residentes mayores: rediseño de espacios verdes y transporte público, creación de más viviendas con características de diseño universal que facilitan el envejecimiento in situ: casas de un solo piso y departamentos con amplios pasillos y sin barreras arquitectónicas que impidan el paso de sillas de ruedas.

Si bien se avanzó mucho, queda mucho por hacer: la desigualdad es muy grande. Los intentos por construir comunidades que se adapten a las necesidades de los mayores beneficiaron por mucho tiempo a familias de altos ingresos, indicó Phillipson, dejando a su suerte a comunidades más necesitadas de infraestructura. “Y las desigualdades a menudo se ensanchan conforme envejecemos”, añadió. “Es difícil envejecer si has sido pobre durante toda tu vida”.

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