Noam Chomsky: “Si no confías en nadie, ¿por qué tienes que confiar en los hechos?”



Noam Chomsky tiene nueva universidad. Luego de sesenta años en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Chomsky, el lingüista y activista de 90 años, encontró nueva casa académica en la Universidad de Arizona, Tucson, en el desierto de Sonora. Su oficina es pequeña; el edificio no se parece en nada a la institución que lo albergó por más de medio siglo. “La ciudad es seca y clara”, le comenta a un entrevistador del diario español El País.

Luego dice: “Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo. Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores. El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones”.

Y agrega: “La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, ¿por qué tienes que confiar en los hechos? Si nadie hace nada por mí, ¿por qué he de creer en nadie?”.


Los ecos de una gran catástrofe suenan conocidos. Chomsky recuerda la Gran Depresión, un tiempo en el que todo estaba peor que ahora pero prevalecía la convicción de que todo estaría mejor. “Mi familia era de clase trabajadora, estaba en paro y no tenía educación. Objetivamente, era un tiempo mucho peor que ahora, pero había un sentimiento de que todos estábamos juntos en ello. Había un presidente comprensivo con el sufrimiento, los sindicatos estaban organizados, había movimientos populares. Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros”.

Pero, concluye, todavía hay esperanza. “Claro que hay esperanza. Aún hay movimientos populares, gente dispuesta a luchar. Las oportunidades están ahí, la cuestión es si somos capaces de tomarlas”.

La entrevista completa en Babelia de El País.

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