Ciudad de México construirá un bloque de edificios sobre un temazcal prehispánico
Un equipo mexicano de arqueólogos anunció en enero un hallazgo inaudito: una casa de baño y fuego de la nobleza azteca en pleno subsuelo de la capital. Un temazcal. Un baño de vapor. El más grande y antiguo que se haya rescatado de las entrañas de Tenochtitlan. Acostumbrados a la modernidad aséptica de los saunas, algunos quizá se sorprendan de que los mexica usaran habitáculos similares construidos de piedra y estuco. La noticia es buena y mala a la vez. Los restos del temazcal y los otros edificios hallados alrededor quedarán sepultados en unos meses. Ciudad de México construirá un edificio de viviendas encima.
El temazcal funcionó en el viejo barrio de Temazcaltitlan,
que en náhuatl significa “en donde están los temazcales”. El baño aparece en el
Mapa de Sigüenza, dibujado en el siglo XVI y conservado en la Biblioteca
Nacional de Antropología e Historia en una sola hoja de papel amate. El mapa es
una historia cartográfica de la migración azteca desde la mítica Aztlán a lo
que sería Tenochtitlan. Es un documento único en su género, pues muestra las
rutas y las historia de los lugares. “Los hallazgos que hemos detectado
concuerdan con los mapas que se elaboraron en los siglos XVI y XVII, por
ejemplo el de Sigüenza. Ahí está representado Temazcatitlan, justamente al
norte del Gran Canal”, explica el arqueólogo Víctor Esperón Calleja, director
del departamento de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, INAH. Esperón y su equipo fueron quienes encontraron
el temazcal.
Quizá la descripción más completa de un temazcal la hizo el
historiador y fraile dominico español Fray Diego Durán (Sevilla, 1537): “Los
baños de que en esta tierra se usaban y hoy día usan los indios los cuales
baños llaman temazcalli que quiere decir ‘casa de baño con fuego’ el cual se
compone de ‘tema’ que es bañarse y de ‘cali’ que quiere decir casa. Estos baños
se calientan con fuego, los cuales son unas casillas muy bajas cuanto caben
dentro hasta diez personas echadas porque en pie no pueden estar y apenas
sentado, tienen la entrada muy baja y estrecha [...] y tienen atrás un hornillo
por donde se calienta”.
Los investigadores encontraron el temazcal en el centro
histórico de Ciudad de México, en el barrio de La Merced. Concretamente en el
número 24 de la calle Talavera, rodeado de puestos ambulantes donde se visten
niños Dios. Mide unos cinco metros de largo por tres de ancho y fue construido
con bloques de tierra, fragmentos de piedra de tezontle y un recubrimiento de
estuco. En la parte central del predio, los arqueólogos encontraron una tina de
agua que sirvió para el baño de vapor. El hallazgo ha permitido ubicar con
precisión el lugar donde estuvo Temazcaltitlan, uno de los barrios más antiguos
de Tenochtitlan.
¿Quién se bañaba ahí? ¿Para qué usaban el temazcal? ¿Qué
diferencias existen entre cómo se usaba antes y cómo se usa ahora? Algunas de
las respuestas las encontramos en la Crónica mexicáyotl, de Fernando Alvarado
Tezozómoc, descendiente directo de Moctezuma II. En el capítulo 85, el autor
cuenta cómo una doncella fue a bañarse a Temazcaltitlan en un día de verano,
para luego dar a luz: “Fueron luego al lugar en que se asentaron, también
dentro del tular, dentro del carrizal, donde dio a luz una mujer, hija y
doncella de los mexicanos, llamada Quetzalmayahuatzin, cuyo vástago era llamado
Contzallan. En un día del estío, 9- viento, por su causa se llama ahora
Mixiuhcan el sitio, por esto vinieron luego a asentarse donde se levanta el
templecito de San Pablo Itepostzco, donde se hicieron el “temazcal”, en que
bañaron a la doncella hija de los mexicanos llamada Quetzalmoyahuatzin”.
Espacio de marcado carácter religioso y ceremonial, uno de
los principales usos del temazcal era como sala de preparación para el parto.
Ya Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de la Nueva
España, decía: “Aprovechan también las preñadas que están cerca del parto,
porque allí las parteras las hacen ciertos beneficios para que mejor paran”.
Así lo menciona también el estudio El temazcal en Mesoamérica: evolución,forma
y función, publicado en 1980 por la Universidad Complutense de Madrid.
En la parte oeste del terreno, sobre el temazcal
prehispánico, los arqueólogos han encontrado restos de una casa de una familia
de la nobleza indígena. La casa, que se ha conservado bastante bien, sobrevivió
a la conquista y fue ocupada hasta el primer tercio del siglo XVII. “Los
hallazgos nos indican que, en el siglo XVI, esta zona estaba más poblada de lo
que se creía", explica el arqueólogo Esperón. "Debido a que el área
era de chinampas, se pensaba que había pocas casas, pero en esta propiedad
tenemos evidencia de los pilotes de maderas y piedras que sirvieron para la
cimentación de los muros de dichas viviendas”. Las excavaciones en este predio
también permitieron hallar diferentes estructuras arquitectónicas de una
curtiduría, la cual funcionó en el último siglo del periodo novohispano, entre
1720 y 1820.
Los vestigios del temazcal, la casa de la familia de nobleza
indígena y la estructura arquitectónica de la curtiduría quedarán sepultados
debajo de un edificio de departamentos que promueve el Instituto de Vivienda de
la Ciudad de México (INVI), según confirmó el Instituto Nacional de
Antropología e Historia. Solo se hará un registro gráfico y fotográfico del
predio, así como muestras que servirán para afinar mayores datos sobre sus
distintas ocupaciones.
“La conservación del hallazgo era poco probable, pues estaba
inmerso entre los materiales de la época colonial y no había muchas
posibilidades de conservarlo y como era parte de un terreno que tiene una
vocación de una construcción de carácter social, que promueve el Instituto de
Vivienda de la Ciudad de México, se permitió hacer el edificio sobre el
hallazgo mismo”, explica el Doctor Salvador Pulido, director del departamento
de Salvamento Arqueológico del INAH a EL PAÍS.
En Temazcatitlán, donde se encuentra esta ‘casa de baño con
fuego’, que será sepultada por un edificio de viviendas y puestos ambulantes,
comenzó otro capítulo de la historia de migración del pueblo azteca que, desde
la mítica Aztlán, finalmente se asentó en la isla de Tenochtitlan y donde los
mexicas o aztecas hicieron historia al llegar al Valle de México por ser el
pueblo que logró crear el imperio más extenso y el más representativo de
cuantos se desarrollaron en Mesoamérica.
Fuente: Anna Lagos/ El País