¿Por qué las ciudades de plataforma basadas en inteligencia artificial son tan siniestras?
Una de las grandes ideas del siglo
XXI, las “ciudades inteligentes” prometían un nuevo mundo de urbanismo
conectado, basado en datos y sostenible. Las infraestructuras digitales
omnipresentes supervisarían los flujos, desde las aguas residuales hasta el
tráfico y las actividades delictivas, proporcionando información en tiempo real
y anticipando y previniendo los riesgos.
Sin embargo, en la práctica, las
ciudades inteligentes han sido decepcionantes. Planes como la fallida “ciudad
construida a partir de Internet, hacia arriba” de Alphabet fueron criticados
por ser capturas oportunistas de datos. Y muchos otros proyectos de ciudades
inteligentes han sido fragmentados y poco impresionantes.
Pero las ciudades inteligentes no han
desaparecido. Está surgiendo una nueva generación de “ciudades de IA”, o lo que
yo llamo “ciudades de plataforma”. Corporaciones de plataforma como Amazon,
Alphabet y Huawei ya están transformando las ciudades, explotando a las
personas y los lugares a través de la extracción y vigilancia de datos. Ahora,
quieren construir y gestionar ciudades.
Eric Schmidt, ex director ejecutivo
de Alphabet Inc., pidió a la gente que imaginara “todas estas cosas que
podríamos hacer si alguien simplemente nos diera una ciudad y nos pusiera a
cargo”. Las corporaciones quieren el control de las ciudades y, siguiendo el
ejemplo de Singapur, la única nación inteligente del mundo, muchas ciudades
plataforma quieren ser algo más parecido a las ciudades-estado.
Existen múltiples planes para estos
nuevos asentamientos inteligentes como asociaciones público-privadas (APP) o
entidades totalmente privadas. Una propuesta, que contenía muchas de las
características comunes de las ciudades plataforma, surgió en 2021. El estado
de Nevada consideró una propuesta que habría permitido a las empresas
propietarias de 202 kilómetros cuadrados de tierra convertirse en zonas de
innovación (IZ). Estas zonas habrían tenido los poderes legislativos de los
condados, incluido el aumento de impuestos y la gestión de distritos escolares,
tribunales y fuerzas policiales.
Si bien la propuesta no fue aprobada,
el estado continúa estudiándola. Están surgiendo otros esfuerzos similares,
incluido el desarrollo del condado de Solano en California y el propuesto
Telosa, desarrollado por el ex director ejecutivo de Walmart.
Nuevos sistemas políticos
Las ciudades plataforma comparten
varios elementos centrales. El primero es la separación del entorno político
circundante. Por ejemplo, según su carta fundacional, Próspera en Honduras
podría operar sus propios servicios de inteligencia y solicitar asistencia
militar externa.
La segunda es un nuevo tipo de
ciudadanía empresarial, que privilegia los impuestos bajos y los derechos de
propiedad por sobre la democracia y los derechos humanos. Nuevamente, en la
carta fundacional de Próspera, la propiedad determina el número de votos.
La tercera es la recolección y
vigilancia de datos ubicua. Por ejemplo, el material de marketing para la
ciudad desértica de NEOM en Arabia Saudita afirmaba que la ciudad recolectaría
el 90 por ciento de todos los datos para apoyar mejoras en el estilo de vida de
los residentes.
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En cuarto lugar, las ciudades
plataforma comparten una perspectiva globalista insulsa con características
estéticas y de diseño comunes generadas por firmas de arquitectura famosas como
Zaha Hadid Partners, BIG y Norman Foster (miembro original del consejo asesor
de NEOM).
De una manera más siniestra, estas
ciudades también enfatizan la homogeneidad social y política de los residentes
propuestos. Si bien hay referencias frecuentes al “multiculturalismo”, para las
ciudades en los países del Mundo Mayoritario, esto parece significar más
blancos que las poblaciones circundantes.
Esto se vincula con el quinto y
último punto en común: una perspectiva altamente excluyente, que favorece la
protección de los residentes por sobre el bienestar de la humanidad en su
conjunto. El diseño de estas ciudades a menudo esconde tecnologías de
vigilancia distribuidas y en red, en las que la vigilancia ubicua como parte de
un estilo de vida de lujo también protege a los residentes de amenazas
externas.
Contexto político
Para Próspera, se imaginó una forma
abierta de neocolonialismo: el primer proyecto se propuso en la isla de Roatán.
Los residentes pobres e indígenas existentes debían ser integrados como
trabajadores de servicios con salario mínimo, aunque la plataforma solo presentó
esto como un desarrollo.
Al igual que las IZ de Arizona, el
desarrollo de Próspera en Roatán ha sido archivado, pero la empresa continúa
batallas legales con el gobierno hondureño. Telosa sigue en la mesa de dibujo.
La manipulación de la imaginación
popular de nuevas tecnologías como la IA permite que las antiguas fantasías de
la élite de un gobierno separado se vuelvan aceptables y comunes. Los entornos
políticos favorecidos por los promotores de ciudades plataforma parecen ser
gobiernos autoritarios fuertes que pueden pasar por alto las objeciones —como
en el caso de NEOM— o gobiernos relativamente empobrecidos y débiles,
considerados fáciles de manipular, como en el caso de Próspera.
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Puede parecer contradictorio que los
directores ejecutivos de empresas tecnológicas neoliberales, incluso
libertarios, apoyen regímenes o desarrollos autoritarios. Sin embargo, como ha
demostrado el historiador contemporáneo Quinn Slobodian, el pensamiento
neoliberal apoya la democracia solo en la medida en que no sea un peligro para
el libre mercado.
También está la creciente influencia
ideológica de lo que el científico informático Timnit Gebru y el filósofo Emilé
P. Torres han descrito como “TESCREAL”: transhumanismo, extropianismo,
singularitarismo, cosmismo (moderno), racionalismo, altruismo eficaz y largoplacismo.
Se trata de un conjunto cada vez más coherente de creencias que abogan por la
supervivencia de una élite selecta de personas con conocimientos tecnológicos
por encima de la justicia ambiental y social para todas las personas.
Las ciudades de plataforma basadas en
inteligencia artificial se venden como proyectos innovadores para un futuro
común, pero parecen más bien comunidades exclusivas para proteger a los ricos
de futuras catástrofes. En estas ciudades protegidas, internamente seguras y
sostenibles, una élite mejorada tecnológicamente sobreviviría y prosperaría,
mientras que el resto de la humanidad se vería obligada a valerse por sí misma.
Fuente: Conversation/ Traducción:
Horacio Shawn-Perez