Querían combatir al mosquito del Zika pero mataron dos millones de abejas

Por Ingrid Sherman
Ocurrió hace ya unos días pero todavía se sigue hablando del caso. A veces da la impresión de que South Carolina solamente se convierte en noticia nacional por los cretinos que provocan masacres en iglesias para iniciar guerras raciales, por las calamidades climatológicas que al combinarse con una mala planificación urbana provocan catástrofes, por los rednecks  paseándose con banderas segregacionistas en nombre de la tradición, por los payasos que aparecen en el bosque y que asustan al mismo Stephen King, y ahora, también, por la torpeza de las autoridades a la hora de combatir esa plaga silenciada que es el virus Zika: para prevenir la enfermedad, en el condado de Dorchester, apuntaron contra los mosquitos pero el resultado fueron millones (es decir, ¡millones!) de abejas muertas de manera fulminante.
Los oficiales del condado rociaron con pesticida Naled un área de 15 millas cuadradas para controlar al mosquito portador del virus del Zika. ¿El resultado? Unas 2.500.000 abejas muertas de un plumazo. “Fue como visitar un cementerio, pura tristeza”, comentó una mujer tras visitar un apiario.

El caso de los dos millones y medio de abejas muertas es otro ejemplo de la poca previsión con la que los gobiernos nacionales y estatales han manejado el problema del Zika. En South Carolina se reportaron unos 40 casos, aunque  la cifra varía según la fuente; cuatro casos, al menos, fueron agenciados en Dorchester. Preocupados por la cifra, las autoridades ordenaron una fumigación por tierra y por aire. ¿Con qué? Insecticida Naled, el mismo que está en el ojo de un debate público (también silenciado) por la ausencia de información concisa acerca de sus efectos secundarios. Bien, existen algunos datos: 2.500.000 abejas muertas en Dorchester.
El Naled es un insecticida organofosfatado que se usa en el país desde 1959. Hay que decir que es efectivo: afecta el sistema nervioso de los insectos y los liquida de inmediato. Pero ése es el problema: no distingue entre insectos. Lo mismo un mosquito Aedes aegypti, transmisor infeccioso de enfermedades como el dengue, el chikungunya y el zika, que una simple abeja de una colmena de un apicultor. El Naled mata todo lo que encuentra a su paso y una simple abeja es más que una simple abeja. Estos insectos no solamente producen la miel para los panqueques de la mañana, sino que son polinizadores de una gran cantidad de plantas cuyos productos consumimos: las siembras de cítricos y café, por ejemplo, dependen de la polinización de estos insectos.

Y no olvidemos que la Environmental Protection Agency (EPA) advierte que el Naled es perjudicial para la fauna acuática y terrestre. Muchos otros informes recuerdan que también es malicioso para los humanos. El Naled contiene naftaleno y 1,2,4-trimetilbenzeno. El primero se considera un posible carcinógeno; además, está asociado a dolores de cabeza, nausea, diarrea y anemia. El segundo componente puede agravar ataques de asma y causar bronquitis.
Esto no es ninguna novedad, se lo sabe hace décadas, pero a los burócratas de Dorchester no les interesó demasiado; simplemente echaron el veneno al aire.
“No había necesidad de llevar traje para abejas porque no había actividad. Todo era silencio”, le dijo Juanita Stanley, del apiario Flowertown Bee Farm, al New York Times. “Honestamente, me desplomé en el suelo. Estaba llorando y no podía dejar de llorar”. A su alrededor, simplemente había cadáveres de abejas. Miles, cientos de miles, millones.
El caso de las abejas de Dorchester nos recuerda cómo se ha manejado el problema del Zika en el país: de la peor manera. Otro aporte de South Carolina a la realidad nacional.

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