Prohibido hablar en español: el caso Allegra Hanlon
Por Horacio Shawn-Pérez
Lo que ocurrió fue que una tenista estadounidense tuvo el descaro de gritar una palabra en español durante un partido de la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA). La palabra que gritó, a modo de festejo, fue “¡vamos!”. Por eso, recibió una sanción: está prohibido hablar en español en las canchas de tenis estadounidenses.
La joven tenista Allegra Hanlon publicó un artículo en The Washington Post en el que relata la experiencia, ocurrida en un partido de 2013 en Kalamazoo, Michigan. ¿Por qué lo recuerda ahora? Es bastante sencillo saberlo: Hanlon encendió la televisión y se encontró con “la retórica xenófoba sobre los inmigrantes mexicanos” de Donald Trump y eso le recordó “los días miserables” en la corte, cuando se la sancionó por decir “¡vamos!”.
En ese partido la tenista gritó “¡vamos!” a modo de celebración. El juez la penalizó con dos puntos: “’Punto de penalización, Hanlon. No se puede hablar en otros idiomas’, me dijo el árbitro. Me giré y le dije: ‘Lo siento, ¿qué?’”.
El juez le dijo: “No se puede hablar en otros idioma. No se puede decir ‘vamos’ o lo que sea que hayas dicho. Tienes que hablar en inglés”. Hanlon le explicó que su grito fue sólo una expresión de festejo. “’Vamos’ se entiende universalmente. Es el grito de batalla de Rafa Nadal. Más importante aún, es mi palabra, mi grito de batalla. Soy colombiana por parte de mi madre, y aunque he nacido y me he criado en los Estados Unidos y soy completamente bilingüe, el español es mi lengua materna, y la que uso en momentos de alegría o de estrés”.
Luego de ese partido, Hanlon, revisó las reglas de los torneos de la USTA. Y sí, el juez había cumplido el reglamento: “Si se producen gritos en un idioma que el juez no entiende, el juez deberá amonestar al jugador por conducta antideportiva”.
“Desde entonces”, escribió Hanlon, “he tenido que contenerme para no gritar nada, ni en español ni en inglés, por el miedo a ser sancionada de nuevo. Más tarde recibí la notificación de la Asociación Estadounidense en la que me explicaban que la sanción era por haber dado un grito en un idioma extranjero. El hecho de que el idioma extranjero fuera el mío propio no significaba nada. El mensaje era claro: yo era una intrusa a la que no se veía con buenos ojos”.
Y concluyó: “Fue sólo después de haber sido sancionada por hablar en español que empecé a escuchar historias similares. La práctica no estaba generalizada, pero sucedía, y los jugadores latinos se contaban entre sí episodios similares”.
De nuevo, no es curioso que haya recordado el episodio al oír a Donald Trump por televisión. Lo bueno es que haya hablado, pero que no deje de decir “¡vamos!”. El español es el segundo idioma más hablando en este país: hay 45 millones de personas que lo usan, que lo usamos, a diario.